sábado, 19 de marzo de 2016

Matthiola longipetala, el alhelí crepuscular

Matthiola longipetala
Estamos acostumbrados a ver flores que necesitan ubicar al sol en el firmamento para abrir y dirigir sus flores hacia éste. Esto es muy lógico, puesto que con ello quedan expuestas y su néctar alcanza la temperatura idónea para que los polinizadores se sientan atraídos. En la terraza viven o han vivido plantas que incluso, si durante el día las nubes no dejan de interferir entre ellas y el sol, no abren las flores ni en las horas centrales del día. Sin embargo, existen plantas que muestran un comportamiento totalmente revertido, esto es, que esperan pacientemente a que el sol deje de incidir sobre ellas para comenzar a abrir sus flores. Todos conocemos la fragancia nocturna del galán de noche (Cestrum nocturnum) y las flores abiertas desde el atardecer del dondiego de noche (Mirabilis jalapa), así como algunos cactus. La protagonista de esta entrada tiene la peculiaridad de hacer esto mismo aunque tratándose de una planta anual.

Otra flor de una segunda planta
Matthiola longipetala es, como se deduce por su nombre, una especie de alhelí muy relacionada con el conocido alhelí cuarenteno (M. incana). Tiene, sin embargo, un aspecto más grácil que el de éste, con estrechas hojas de margen dentado y una coloración verde grisácea, más similar al incana perenne que al anual, que es verde brillante. Conseguí separar semillas de una mezcla de flores, lo cual no es demasiado complicado ya que tienen un tamaño manejable y aspecto diferenciable, aunque su identidad se reveló cuando tuvieron varias hojas verdaderas, puesto que no era descartable que las semillas pudieran pertenecer a otra crucífera, Hesperis matronalis. De ésta no he conseguido hasta ahora dar con una semilla. Las plántulas resultantes, dos, las repiqué al contenedor de anuales aun cuando tenían un aspecto un tanto lánguido. No obstante, alrededor de enero-febrero ya se las veía grandes y decididas a asomar entre las hojas de todas las plantas que las rodean. Ni la menor incidencia de luz durante el invierno ni el mayor ritmo de crecimiento de su vecinas parecieron ser óbice para que llegadas a la mitad de marzo las plantas comenzasen a emitir sus varas florales.

Espiga de flores
Sin poder confirmar que sus flores efectivamente se abrían en horas de oscuridad, las primeras veces las encontré siempre cerradas. Como las plantas las visito a unas horas concretas, cuando más sol hay, habría que aprovechar alguna visita a Cullera fuera de este horario para intentar encontrar alguna flor abierta que, además, durante sus horas de actividad emite un perfume que ya no se aprecia al cerrarse. Tuve la oportunidad de ver flores un par de días, no necesariamente en plena noche, pues muchas veces a media mañana veía a las flores todavía cerrándose, lo que parecía indicar que comenzaban su cierre cuando el sol estaba fuera, poco antes de iluminar la terraza. Así, la primera ocasión que tuve fue poco antes de las nueve de la mañana del viernes (primera y última foto) y hoy, en mitad de la tarde, todavía las he vuelto a ver en pleno proceso de apertura. El aroma comienza a emanar cuando se abren y es un perfume suave y muy agradable, distinguible del de su pariente. Las flores de la variedad silvestre suelen ser de color violeta, aunque mis dos ejemplares han salido rosados con el centro blanco. Dado que no suelo estar de noche allí, no tengo ni idea si son capaces de atraer insectos nocturnos, pero es de suponer que este horario se debe a que la planta habrá evolucionado de manera conjunta para permitir su polinización cuando no hay sol.

De nuevo, la experiencia de encontrarse con una planta que florece por primera vez en la terraza es agradable, y más contando con un toque que la hace diferente a las demás, en este caso su peculiar horario de floración. Como siempre, mi intención para próximas temporadas es volver a sembrar, si puede ser en mayor cantidad, con las semillas que espero dará esta planta. Y quién sabe, puede que me lleve una maceta a casa para poder observar y disfrutar de su color y fragancia cuando cae la noche.

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