lunes, 9 de junio de 2014

Unos corazones desorientados

Flor solitaria en Lamprocapnos spectabilis
El año pasado, en febrero, llegó a casa una bonita planta en forma de rizomas empaquetados en turba que floreció y se desarrolló de manera estupenda. Se llama Lamprocapnos spectabilis, más conocida todavía como Dicentra spectabilis. Es una planta que suele venderse habitualmente en este formato y, al menos aquí, brota rapidísimo para pasar a estar cargada de flores en algo más de un mes.

Al llegar el mes de junio, la planta ya había comenzado a marchitarse y estaba lista para entrar en letargo tras haber dado montones de sus características flores colgantes en forma de corazón sobre largos pedúnculos. Le esperaban varios meses de descanso y la idea de que esta vez, al encontrarse ya establecida en tierra, brotase antes, sonaba bastante atractiva. Pues no ha sido así.

Esperaba ver señales de la planta cuando el otoño comenzó a ponerse fresco y húmedo. Nada más lejos, hasta mediados de invierno no empezaron a asomar unos pequeños brotes de color rosado. La decepción siguió, pues estos brotes no es que fueran a adelantar el crecimiento de la planta apenas unas semanas respecto al año anterior, sino todo lo contrario: después de marzo seguían ahí, invariables.

Finalmente, y dando ya por perdida cualquier esperanza con la planta, aparecieron de esos brotes unos pocos pedúnculos con flores, así, directamente, sin que la planta desarrollara hojas. Un desastre que ya me habían comentado que podría ocurrir pero que no encuentro el motivo por el que sucede, que de momento achaco a la falta de frío durante el reposo en invierno. Tal cual me habían contado, después de esta floración fallida la planta comienza a desarrollarse, en apariencia, de modo normal. Ha sido muy tarde, en mayo, cuando ha empezado a desarrollar ramas y hojas que no llegan al tamaño de las de la temporada anterior. La planta está creciendo, y hasta incluso se le escapa alguna flor como la que aparece en la foto, ahora mismo en pleno mes de junio.

Pensé en traer ejemplares nuevos a casa, pero si les va a ocurrir lo mismo sólo servirá para disfrutar de ellos un año. Así pues, mantendré a estas mismas plantas hasta el año que viene y a ver qué pasa, pues al menos, aunque tarde, han desarrollado hojas que les permitirán acumular nutrientes. Peor suerte han tenido sus parientes las Corydalis solida, que planté en octubre, tardaron meses en dar señales de vida y sólo llegué a ver unas pocas hojas que se marchitaron en seguida. Al mirar en la maceta sólo encontré el pellejo de los tubérculos, ya podidos. Y es que así es el cultivo de las plantas: no siempre las cosas salen bien.

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