miércoles, 17 de julio de 2013

Tareas para la canícula

Bulbos almacenados de Crocus, Iris reticulata y otros
La canícula es el período de más calor del año. En nuestra zona suele colocarse traducionalmente entre los días 15 de julio y 15 de agosto, aunque básicamente consiste en los días en los que el sol está más alejado del ecuador terrestre y su duración varía. Realmente, por aquí eso de que sólo sean cuatro semanas no es para nada cierto, pues el calor más fuerte suele abarcar desde finales de junio a principios de septiembre, y ocasionalmente el día que da las temperaturas más altas, aunque sea puntualmente, suele caer en la segunda quincena de agosto. Este año la temperatura tomó fuerzas hace un par de semanas y veremos cuánto dura: siempre pienso en lo ideal que fue 2012 en este sentido, pues hubo unas tormentas a finales de agosto que trajeron precipitaciones importantes y dejaron un ambiente más propio de finales de septiembre que de la etapa final del verano. Apenas volvió a subir la temperatura un poco antes del inicio del otoño, y se acabó. Una suerte de "segunda primavera" que quién sabe si se volverá a repetir este año.

Aunque muchas plantas se me están resintiendo con este ambiente tan cálido, la sensación que tengo es positiva, de "trabajo bien hecho", pues la mayoría de plantas que están decayendo son anuales que han cumplido de sobra con su ciclo. No obstante, el fin de semana pasado descuidé mi puntual visita de cada dos días -me resultó imposible- dejando un espacio de tres y hubo algún que otro bajón de más que parece que no ha tenido mayores consecuencias. La peor parte, quizá, se la ha llevado la Lavatera trimestris, que prácticamente está sentenciada a muerte. Me dio el tiempo justo a hacerle fotos a sus flores durante la única semana que las ha tenido, a lo visto. Sigue teniendo partes verdes pero dudo que consiga remontar a partir de ahí, pues ya estaba bastante dañada por la sequedad y la roya.

A las zinnias les pasa algo similar, pero su problema además trae hongos. Las bonitas plantas que os enseñé hace una semana siguen floreciendo, pero el blancuzco ataque fúngico cubre las hojas de hasta más arriba y ya alcanza los pétalos de algunas flores, aunque las nuevas vienen bien. Si no sobreviven a esto habrán tenido una vida bastante "express", pues no les ha dado tiempo a ninguna ni a formar semillas; nada de esto ha ocurrido, sin embargo, con las del contendor grande, que siguen perfectas. Si no hay más remedio, habrá que dejarlas secar. No hizo falta eso mismo con la Papaver setigerum, que fue totalmente destruida por los hongos en cuestión de días, justo cuando empezaba a mostrar signos de florecer.

En el contenedor los huecos cada vez son más grandes. Dado que la mayoría de plantas van perdiendo sus flores al ritmo que maduran las semillas, he empezado a hacer cortes y dejar sólo los tallos, que siguen verdes aunque durarán poco. Así, traté de cortar y almacenar la práctica totalidad de las Gypsophila elegans, muchas Centaurea cyanus y las Coreopsis tinctoria más secas. Están ahora en flor las Cosmos bipinnatus y un ejemplar gigantesco de la especie sobresale entre todas. Del mes pasado quedaron la Agrostemma githago y las Vaccaria hispanica, totalmente ausentes ya del contenedor y reducidas a un montón de semillas listas para la próxima temporada. El proyecto que tengo para ésta es grande, pero debo esperar al menos a las primeras lluvias cercanas al otoño para asegurar que la tierra se empapa bien, pues esta vez no habrá plástico cobertor y las semillas han de crecer a la intemperie bajo los restos secos de sus antecesoras.

Bulbo de jacinto engordado y multiplicándose
Y es que, la intención de cara a 2014 es casi triplicar las especies que he tenido allí este año, en mayor o menor cantidad y con mayor o menor éxito. El principal punto a desarrollar será la omisión de plantar especies de roseta baja -este año las margaritas de Livingstone y las estátices quedarán fuera, aunque de las primeras seguro que hay decenas de semillas esparcidas- y comenzar en la parte anterior con plantas ramificadas con cierta altura, arrancando en unos 20 cm. para dejar la parte central y posterior a las plantas más altas y densas. Unas 35 especies, tanto las que ya han estado (y algunas que se sembraron y no germinaron) como otras nuevas que he ido adquiriendo a lo largo de estas semanas, tienen la misión de superar el ya espectacular macizo de flores de este año.

Justo a su lado, en el contenedor de los bulbos, está el mayor reto para estos calurosos días. Desgraciadamente, el plástico que usé para hacer de soporte no soporta, valga la redundancia, la intensa radiación solar. Mientras que el plástico del contenedor de las flores, negro y blanco, está fresco como el primer día, el de los bulbos se cae a pedazos. Así pues, aparte de la ya planificada extracción de bulbos para reorganizarlo todo, tendré que ingeniármelas para apartar sus más de mil litros de sustrato mientras coloco una tela (sábanas viejas, como en el otro contenedor) y un plástico mejor que tendré que buscar en alguna otra cooperativa agrícola. Hoy he sacado los de la parte anterior, la más dañada, y más o menos lo que esperaba: montones de Crocus, la mayoría Crocus tommasinianus, se han multiplicado a sus anchas; los Iris reticulata lo mismo, y los Iris 'Rhapsody' parece que han tenido algún problema, porque había muchos podridos.

A la vez, con esta extracción me hago la idea aproximada de qué especies puedo reponer en otoño. Básicamente, todas las especies que no brotaron o lo hicieron tarde y mal, se han podrido. Algunas quizá ni las vuelva a reponer, mientras que de otras ya sé a dónde ir. A primera hora a ALDI, LIDL y demás cuando vengan las ofertas, por tercera temporada consecutiva. Me han llamado la atención, entre otros, los narcisos que todavía siguen con raíces sanas y bien agarrados a la tierra, con lo cual no sé si hago bien sacándolos así de golpe -con razón tuvieron hojas casi hasta junio. Por otro lado, los jacintos han engordado en su mayoría, aunque nunca había visto cómo lo hacen y es curioso: parece que las capas externas del bulbo se endurezcan y se quiebren, manteniendo el núcleo blando. En sus bases crecen bulbillos nuevos que habrá que remover para que no les extraigan más energía; esto tiene que haber sido el abono, pues ese tamaño, junto con las hojas que llegaron a 40 cm. de longitud, no lo había visto antes.

Pues así se han puesto las cosas en la terraza estos días. No serán muchas las plantas que lleguen a aprovecharse del futuro otoño cuando éste llegue, pero sí quedan especies exclusivas de esta etapa que darán color a partir de dentro de unos dos meses, para los cuales aún queda camino. No obstante, después de una primavera y verano ejemplares, el final del otoño y las dos terceras partes del verano se harán interminables ante la nueva temporada; de hecho, ya empiezo a impacientarme por poder ver muchas de las nuevas especies que han ido llegando o llegarán de aquí al otoño. Pero, como ha demostrado esta temporada, la más minuciosa de las preparaciones es esencial para disfrutar de unas floraciones espectaculares y duraderas.

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