martes, 28 de junio de 2016

Las abejas en junio

Anthidium florentinum
Junio ha sido, desde luego, un buen mes para ciertas especies de abejas que han mantenido un ritmo de visitas intenso en la terraza, atraidas sin duda por algunas especies de alto valor para estos polinizadores. Además de algunas especies ya conocidas, se han presentado otras que no había observado hasta ahora, dando de nuevo una idea de lo abundante que resulta la biodiversidad en Cullera, donde ya de por sí existe una gran variedad de especies de plantas apreciadas por los insectos a lo largo de todo el año, especialmente compuestas, leguminosas, lamiáceas y umbelíferas. Con el monte tan cerca de casa -apenas 350 metros en línea recta- es de suponer que muchas de las especies que atraviesan el casco urbano desde allí hacia las huertas acaban siendo atraídas por el oasis de flores que conforma el conjunto de plantas de la terraza.

Stelis sp.
Aunque las abejas melíferas prácticamente han dejado de presentarse en la terraza, hay especies que se han vuelto protagonistas indiscutibles. La robusta Anthidium florentinum, cuyas visitas en temporadas anteriores eran ocasionales, aparece a diario desde finales de mayo y siempre se lleva una buena cantidad de alimento. Este año hay tantas que se pueden apreciar sin dificultad las diferencias entre machos y hembras: ellos llegan a ser casi el doble de grandes que ellas, y están siempre al acecho de éstas para conseguir alcanzar a alguna y aparearse. Al tratarse de una abeja de este tamaño, con una lengua larga, aprovechan desde las flores con polen a la vista que pueden pegar a su cuerpo, como las compuestas y umbelíferas, hasta las tubulares cuyo néctar pueden alcanzar con la lengua, como las escabiosas y la Buddleja.

Lasioglossum sp.
Sin salirnos de su familia, Megachilidae, seguimos observando a dos miembros del mismo género, Megachile, cuya identidad exacta es complicada de determinar pero cuyo patrón corporal permite diferenciar a las dos especiesque vienen, una con bandas beige y ojos verdes y la otra con bandas grises y ojos negros. La primera es además un poco más pequeña, y se ha dejado ver en menos ocasiones estos días, casi siempre entre los crisantemos amarillos. En la foto se observa a un macho, de abdomen reducido y largas antenas. A la otra especie, en cambio, se la ha visto con más asiduidad incluso recortando los pétalos de un Pelargonium, que utilizará como material para construir los tabiques que separan las celdas de sus nidos. Así, la terraza se convierte para ellas ya no sólo en un punto de alimentación, sino en un lugar donde recoger material de construcción y, probablemente, hasta puede que estén anidando cerca a juzgar por la frecuencia de sus visitas.

Halictus scabiosae
La siguiente especie de la familia que he ido observando es una novedad para este mes de junio, durante el cual ha sido muy frecuente y con un horario bien marcado. Se trata de Stelis, una especie cleptoparásita que sólo utilizará las flores para su alimentación individual, pues deposita sus huevos en nidos de otras abejas solitarias para alimentarse del polen y néctar que éstas tan minuciosamente han recogido, mezclado y almacenado. Sería algo así como la versión abejuna de los cucos. No obstante, su presencia ha sido tan destacada que seguro que como polinizadores sí realizan una misión importante. Aparecen puntualmente a mediodía, cuando más calienta el sol, y pasan largos ratos en los crisantemos, las camomilas amarillas y ocasionalmente las cosmos, sin detenerse en ninguna otra flor a pesar de la cercanía. Son de un tamaño inferior al de una abeja de la miel, compactas y mayoritariamente negras con bandas más claras en el reborde de las secciones de su abdomen. La especie exacta sería complicada de determinar debido al parecido que existe entre los diversos miembros de este género. No son demasiado asustadizas y si algo me ha dificultado la toma de fotos y vídeos ha sido que su llegada a la terraza suele coincidir con el levantamiento de las brisas marítimas, que a la mínima sacudida complican bastante el enfoque a tan pequeñas criaturas.

Stelis sp.
La variedad de abejas ha quedado limitada a dos familias. Si las especies anteriores pertenecían a Megachilidae, las siguientes se engloban ambas en Halictidae. Una vieja conocida en la terraza es la caraterística Halictus scabiosae, de bandas negras y ocráceas y un cuerpo menor y más alargado que el de una abeja común. Como ellas, sí cuenta con escopas en las patas traseras que permiten -sólo en el caso de las hembras- pegar el polen que va recogiendo. De aparición esporádica en la terraza, este mes sólo la he observado una vez, tratándose de un ejemplar muy tranquilo que iba recorriendo minuciosamente las flores de una Cosmos bipinnatus que sembré en primavera en una maceta grande y que ha resultado ser un gran punto de atracción para algunas abejas. Estaba tan enfrascada en su misión que incluso pasaba de un capítulo a otro andando sobre ellos, sin tener que volar. Por suerte para ella no fue atacada por una de las arañas cangrejo que se esconden en esta y en otras plantas en flor durante estos días.

Megachile sp.
A la misma familia pertenece la última especie de la entrada, Lasioglossum. Estas pequeñas abejas son como versiones en miniatura de las Halictus y lo que más me ha llamado la atención de ellas es la gran atención que prestan a todas aquellas flores que se ajusten a su tamaño. Las he visto, además de en las compuestas amarillas, en las diminutas flores del coleo, de la Saxifraga stolonifera, de la menta poleo o de las Cardiospermum, entre otras. Es bastante probable que esta especie haya estado visitándome todos estos años y no haya reparado en ello hasta ahora, pues puede pasar bastante desapercibida por su tamaño y ser confundida con alguna mosquita de las que suelen pasarse por la terraza a menudo. Nada más lejos, si se observa de cerca se aprecia perfectamente que es una abeja. Incluso las hembras, como otros miembros de la familia, pegan polen a sus patas, lo cual llama la atención al ver la mancha amarilla en los laterales, dejando clara su identidad. Ésta, eso sí, tampoco puede ser determinada con exactitud, si bien vengo observando que todos los ejemplares poseen bandas grises y negras en su abdomen. En las Halictus, las bandas de color están formadas por mechones de pelo, no siendo así en las Lasioglossum.

Lasioglossum sp.
Por lo general, las abejas solitarias suelen tener periodos de vuelo concretos, con lo que no resulta del todo raro que algunas especies desaparezcan de golpe. En estos últimos días del mes, sin ir más lejos, se ha reducido drásticamente la presencia de las Stelis. Hay especies que terminan su trabajo en plena primavera y otras que si bien no tienen un periodo de presencia tan limitado, a veces dejan de venir sin más, quizá debido a la distancia que se encuentran de sus nidos. Este es el caso particular de la Xylocopa violacea, que no he vuelto a ver desde su única visita a mediados del mes pasado, o las Osmia, abundante en primavera durante el año pasado y que esta temporada dejó de aparecer tras unas cuantas visitas a finales de invierno. En cuanto a abejas sociales, se podría decir lo mismo de los abejorros, cuya presencia en la terraza es muy esporádica y la última observación data del pasado mes de febrero. Quizá no he dado todavía con las plantas ideales para que aumenten sus visitas o al menos prolonguen las pocas que realizan.

Stelis sp.
A diferencia de otras temporadas, la presente va bastante bien en cuanto a presencia de polinizadores. A pesar de ser el verano la mejor época para la mayoría de los insectos, amantes del calor por encima de todo, la disminución rápida de floraciones en la terraza durante el mes de junio hacía que éstos dejaran de tener interés en venir, lógico por otra parte pues no se van a detener si no encuentran alimento. Aunque es evidente que cuando llegue julio las plantas en flor se reducirán al mínimo y no todas serán interesantes para los insectos, lo cierto es que este año las cosas han ido mejor y todavía hay multitud de especies en auge, algunas desde hace bastante poco, que quizá consigan seguir haciendo de la terraza un punto interesante para las abejas durante este recién estrenado verano.

1. Corrección: al parecer, simplemente se trata de machos (los de color beige) y hembras (los de color gris). Al escribir esta entrada ignoraba que el dimorfismo en esta especie, además de las antenas más largas y la ausencia de escopas abdominales en los machos, incluía una coloración diferente. Tiempo después observé a ejemplares de los dos tipos interactuando.

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