lunes, 27 de junio de 2016

Trachelium caeruleum, un cúmulo de flores

Trachelium caeruleum 'Lake Michigan Purple'
Las campanuláceas han tenido una presencia dispar en la terraza. Teniendo en cuenta que comprenden dos grandes ramas, las campanuloideas y las lobelioideas, las segundas se llevarían la palma, pues he tenido éxito con las cuatro especies que he cultivado (Lobelia erinus, cardinalis y siphilitica, e Isotoma axillaris). Entre las campanuloideas, destacan, evidentemente, las Campanula, este año representadas primero por Campanula medium y posteriormente por la especie de la entrada. Anteriormente tuve Campanula glomerata y Platycodon grandiflorus, que acabaron, tristemente, engrosando la lista de plantas perennes que terminan muriendo en la misma temporada en que son adquiridas. Probé con algunas especies más desde semilla que nunca germinaron, por motivos desconocidos.

Inflorescencia muy cargada
La protagonista de la entrada se llama Trachelium caeruleum y, concretamente, pertenece al cultivar 'Lake Michigan Purple'. La forma original tiene hojas verdes y flores de color lavanda, mientras que este cultivar posee flores de intenso color púrpura y hojas verde oscuro, ocasionalmente teñidas también de matices purpúreos. Se trata de una especie perenne, aunque la veo ya bastante deteriorada para la época y estado en que se encuentra, pero habrá que esperar y observar. Autóctona en la Península Ibérica, se la llama en castellano "flor de la viuda" o "alfileres". El segundo nombre resulta evidente cuando uno observa las flores, con larguísimos estilos sobresalientes. Ciertamente, su aspecto queda algo alejado del de sus parientes las campánulas, cuyas flores suelen ser a grandes rasgos muy similares entre sí, con tamaños, proporciones o disposiciones distintas.

Las plantas de esta especie las sembré en otoño. Las semillas son diminutas, de un tono pardo brillante similar a las del lino, aunque de tamaño inferior a las de las amapolas. El crecimiento va a fases, quedando bastante pequeñas durante unos meses y creciendo a mejor ritmo durante la primavera. Son, hay que destacarlo, muy resistentes al sol y la falta de agua. La floración tardó bastante en darse y ha sido de esas plantas que observo con detenimiento a cada visita, pues se ha hecho eterna la espera desde que aparecieron los primeros indicios de inflorescencias hasta que finalmente se empezaron a abrir flores, aunque visto con más calma el proceso apenas ha durado un mes. Las cargadísimas inflorescencias se componen de pequeñas florecillas tubulares con cinco lóbulos puntiagudos en forma de estrella y los mencionados estilos que sobresalen visiblemente.

Apoyada sobre la barandilla
Quizá lo que más me ha descolocado ha sido el porte. En principio esperaba que se mantuviesen verticales, pero a medida que ganaban tamaño se iban tumbando. Llegada la floración, que evidentemente pesa bastante, ni siquiera las flores son capaces de colocarse en paralelo al sustrato, quedando apoyadas por un lado en el que evidentemente, las flores aplastadas se desarrollan peor. Sólo las que han conseguido quedar colgantes por la barandilla de la terraza se han desarrollado de manera más uniforme. Parece tratarse de una planta propia de grietas y paredes verticales, la cual se va apoyando a medida que crece. Esa es otra, pues esperaba un tamaño mayor y apenas han superado los 25 cm., cosa que por otro lado no me desagrada. Seguramente, para el año que viene haya que ingeniárselas para construir una estructura vertical que le venga mejor. Lo que está claro es que su espectacular aspecto merece ser perpetuado durante varias temporadas.

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