lunes, 3 de junio de 2013

Un eneldo de altura

Umbelas de eneldo
Como os contaba en entradas anteriores, en 2012 sembré semillas de eneldo a fin de devolver la especie a la terraza, que ya había brotado en otoño de 2011 y floreció a la primavera siguiente, con una invasión de pulgones negros horrorosa. Tanto fue así, que acabé arrancando las plantas en plena floración porque tenían un aspecto lamentable, y por tanto no obtuve semillas.

Las semillas esparcidas en primavera de 2012 no germinaron, y a lo visto se conservaron secas y sin brotar en el sustrato que fue yendo de maceta en maceta porque al reutilizar la tierra para bulbosas y anémonas, en invierno, es cuando empezaron a brotar. Ahora florecen, pero en la entrada haré hincapié a un ejemplar que destaca sobremanera entre todos ellos.

Al eneldo (Anethum graveolens) no le gusta demasiado un ambiente seco. Alguna planta brotada en macetas más pequeñas acabó quemada, y no me explico cómo es posible pues que en una maceta con bulbos varios (Sparaxis y Muscari) que tengo a pleno sol y que prácticamente no riego porque las plantas están aletargadas, han conseguido florecer después de sufrir las consecuencias del calor y sequedad y prácticamente sólo recibir agua de lluvia, esto es, en los únicos tres o cuatro días que ha llovido en mayo.

Pero si nos vamos al rincón de semisombra, la cosa cambia. Aunque las plantas tampoco están perfectas, al tener algo menos de sol apretando y recibir agua más a menudo, varios ejemplares han prosperado en una esquina donde hasta hace un mes lucían las flores de las anémonas 'St. Brigid'. Dichas plantas han pegado un estirón considerable y un ejemplar entre ellos, el de las fotos, ha sobrepasado hasta casi doblar en altura al resto.

Vista parcial
El ejemplar en cuestión, medido ayer domingo, se erige hasta los 120 cm. de altura, con cinco umbelas llenas de diminutas flores siendo la más alta la mayor de todas, con 20 cm. de diámetro. Parece que ya no crecerá más, pero llama la atención porque los ejemplares que le rodean, no precisamente pequeños, apenas llegan a la mitad de su altura. Necesita bastante agua para estar tan enhiesto como en las fotos, pero me sorprende que el tallo tenga esa rectitud tan destacada, pues casi todas las plantas que alcanzan una altura determinada se vencen por el peso en relación a las pocas raíces que tienen o bien acaban dobladas por el viento, que en Cullera, por su proximidad al mar, es casi constante todas las tardes de esta época con mayor o menor intensidad.

El eneldo es una planta que se cultiva con fines culinarios tanto por sus semillas -que suelen usarse para aromatizar los pepinillos en conserva- como sus hojas. A mí me gusta bastante su olor y sabor, pero como siempre digo, ninguna de las plantas que cultivo en la terraza tienen otra función más allá de la mera curiosidad, pues ni tengo una cantidad suficiente como para explotarlas ni compensa dedicarle sitio a este fin cuando en cualquier supermercado tenemos la especia ya preparada en cantidad más que suficiente y por un precio económico.

Esta planta se convierte, si exceptuamos a las trepadoras que se alargan hasta varios metros, en la planta más alta que he tenido nunca en la terraza. Ha habido ejemplares grandes, pero este humilde eneldo que surgió de manera inesperada como tantas otras hierbas se ha llevado el honor.

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