sábado, 12 de abril de 2014

Los jacintos de las sombras

Hyacinthoides hispanica
Desde 2012 hasta este año en la terraza habían florecido los jacintos, siempre los mismos ejemplares. Con el problema que he tenido este otoño-invierno, éstos fallaron en su misión de profundizar con sus raíces en el suelo y ninguno consiguió siquiera hacer crecer sus hojas salvo un ejemplar que tuvo una floración defectuosa. Es su última temporada aquí, pues tal y como van a estar, con toda la energía malgastada, habrá que tirarlos. Ya no quiero más jacintos de este tipo, no me gusta su porte y se me hacen difíciles de combinar con otras plantas. Las inflorescencias son cortas y las hojas anchas, más grandes de lo que uno espera al principio. En resumen, que pasan a ese grupo de bulbosas "típicas" que quise probar el primer año, como algunos tulipanes, que no terminaron de gustarme.

Sin embargo en su familia, las asparagáceas, siguen habiendo muchas plantas encantadoras que tienen su presencia en la terraza y que incluso me gustaría poder ampliar en próximas temporadas. Los Muscari armeniacum y las Scilla siberica son parientes cercanos del jacinto, miembros de la subfamilia Scilloideae y tribu Hyacintheae, así como otras especies que he tenido este año y que no han conseguido brotar por culpa de las condiciones ambientales. La primera de las plantas que nos ocupa es otro miembro de parentesco muy próximo a este grupo.

Convallaria majalis
El Hyacinthoides hispanica, conocido como jacinto de bosque o escila española, es una planta frecuente en cultivo desde hace tiempo y autóctona de nuestro país y aledaños de la zona mediterránea. Ha recibido infinidad de nombres científicos, encontrándose todavía arraigado el de "Scilla campanulata" con el que algunas marcas siguen vendiéndolos, casi siempre en mezcla de colores (azulados, rosas y blancos). Ha pasado por los géneros Scilla, Endymion, Agraphis y Usteria, con multitud de nombres específicos dentro de cada uno de ellos. Finalmente recaló en Hyacinthoides, género que comparte con otras especies siendo la más popular H. non-scripta, la forma de origen centroeuropeo-británico.

Se trata de una planta con bulbos irregulares, tanto que cuando los adquirí llegué a pensar si no se habrían equivocado de especie, pues se asemejan a pequeñas patatas en lugar de tener una forma redondeada como cualquier otro de sus parientes. En efecto, son bulbos con este curioso aspecto y pronto encontré el punto de crecimiento de las raíces y el opuesto, el de las hojas. No se me ocurrió hacer alguna foto y ahora hubiera venido bien para ilustrar estas líneas. Los enterré tan pronto como pude ya que según me había informado, podía plantarlos en sombra total, así que dispuse una maceta alargada sólo para ellos y no la he movido desde aquellos días de primeros de octubre.

Detalle de la flor de Hyacinthoides
Las plantas crecen bastante bien y además tienen la particularidad de soportar tanto la sombra (entendiendo esto como la ausencia total de sol directo, no necesariamente oscuridad propiamente dicha) como el riego continuado. Por tanto, si hubiera que combinarlos con plantas que necesitan algo más de agua, no habría problema más allá de que sus hojas ocupan mucho, creciendo primero verticales y tumbándose por su propio peso, pues son bastante largas y desproporcionadas con las flores. Los pedúnculos comenzaron a aparecer sobre marzo y a finales de mes se abrieron tímidamente las primeras flores. En principio parece que son inflorescencias muy laxas, con pocas flores y bastante separadas, y además se van abriendo poco a poco y cuesta encontrar varias abiertas a la vez y frescas, como ocurre con el jacinto. Tienen la misma forma acampanada de éstos y un color violeta azulado. Carecen de olor, aunque a las abejas les encantan y siempre están pululando por sus estambres azules.

Detalle de las flores de Convallaria
La siguiente planta no es propiamente un jacinto, pues a pesar de pertenecer a la misma familia, se la clasifica en una subfamilia muy distinta, Nolinoideae, en la cual se encuentran otras asparagáceas muy distintas entre sí y respecto a la especie de la que hablamos, como por ejemplo Dracaena, Liriope o Ruscus. La planta en cuestión es la Convallaria majalis, conocida como lirio de los valles o muguet. A diferencia de los jacintos, bajo tierra no hay bulbos, sino raíces rizomatosas que se extienden por estolones. De cada tallo brotan dos hojas envainadas y entre éstos aparecen las inflorescencias. Esta planta, de origen europeo, suele venderse con regularidad a finales de invierno con los rizomas empaquetados en turba o fibra listos para plantar. Al igual que la planta anterior, le gusta la sombra y la humedad.

El año pasado ya tuve estas plantas, pero no conseguí hacerlas crecer al utilizar un sustrato muy malo para ellas, que se apelmazaba drásticamente tan pronto como iba perdiendo la humedad. Se quedó una hoja a medio salir que tras unas semanas se secó y con ello dejó de existir la planta. Este año repetí la historia pero utilizando un sustrato más suelto y con capacidad de retener la humedad, y las plantas crecieron pronto, tanto que a finales del mes pasado ya se veía venir la primera y de momento única inflorescencia. Han salido tres tallos, aunque uno todavía parece estar en crecimiento.

Abeja en los jacintos
Las delicadas flores en forma de campanilla semiesférica son de un color blanco puro y están perfumadas, esto sí, igual que los jacintos. Se van abriendo poco a poco de abajo a arriba y les ha faltado nada para coincidir todas inmaculadas, pero como se ve en la foto, finalmente las de más abajo han comenzado a marchitarse. Hace sólo dos días estaban todas blancas pero faltaba por abrirse la de más al extremo, como se ve en la foto de la abeja. Si todo va bien se convertirán en unas brillantes pero tóxicas bayas rojas. Falta ver si es cierta esa capacidad de cubrir el suelo de la que tiene fama, todo dependiendo de cómo sobrelleven el calor del verano.

Siempre es interesante contar con bulbosas y herbáceas que puedan tolerar la sombra en un clima con el nuestro, donde el implacable calor veraniego se hace realmente duro cuando no hay posibilidad de esconderse del sol hasta que éste desaparece por su recorrido. Posiblemente algunas especies de las que he perdido podrían haber acompañado a estas dos hermosas plantas en ese rincón donde no falta la luz y las especies propias de los bosques pueden crecer a salvo.

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