jueves, 3 de abril de 2014

Colores de abril

Polistes dominula ♀, una avispa papelera
El paso de marzo a abril ha comenzado con un pequeño respiro que puede que se empiece a reflejar a lo largo del mes, aunque su efecto se irá disipando poco a poco si el tiempo sigue como siempre, pues ya se esperan temperaturas altas y continuidad del poniente que ha comenzado hoy de cara al fin de semana. El domingo llovió un poco, el lunes se despejaron los cielos y desde el martes hasta la madrugada del jueves éstos permanecieron muy cubiertos, permitiendo que el agua de riego no se fuera tan pronto y, además, volvía a llover durante la madrugada del miércoles al jueves y aunque no parece que hayan caído muchos litros, el ahorro de agua ha sido total para el día de hoy. Eso sí, las últimas lluvias han venido acompañadas de polvo en suspensión, como se venía anunciando, y han dejado algunas plantas manchadas con una arenilla rojiza que se limpia con facilidad cuando está seca. No ha manchado a muchas de las flores más duraderas que tenía intención de fotografiar, por suerte.

Amapola de Islandia
Estos días empiezan a tomar un cariz positivo en cuanto a los proyectos de la terraza: se disfruta de lo que ha ido bien, que ha sido mucho, y se empieza a planificar lo que podría hacerse mejor al año que viene, sin dejar que los pequeños fracasos nublen los grandes triunfos. Y es que éstos son los más notables: la terraza está radiante llena de flores, muchas obtenidas de especies que han sido cuidadas meticulosamente desde que eran una semilla y que por fin han dado su resultado. Los insectos, como la avispa papelera Polistes dominula de la foto siguen aprovechando cada rayo de sol para alimentarse de las flores y de paso propiciar que éstas den semillas, como ha sido el caso de la Cerinthe major 'Purpurascens', especie cuyas semillas suelen venderse en pequeñas cantidades y que me interesaba particularmente producir yo mismo; ya estoy probando si esas semillas son fértiles. El mismo caso se ha dado con el Helianthus debilis, segado en enero, y ya he conseguido hacer germinar dos pipas.

Saxifraga x arendsii
Y es que, aunque sea quizá un poco tarde, el hecho de conseguir nuevas semillas siempre me anima a probar unas pocas aunque sepa que el verano puede ser la fecha límite para disfrutar de las plantas que surjan de ellas y valdría la pena esperar al final de dicha estación para investigarlas a fondo. No en vano muchas de las semillas que adquirí durante el año pasado empecé a sembrarlas como prueba en una época tan arriesgada como julio, y curiosamente algunas fueron bien y viven desde aquel entonces, como los crisantemos tricolor en maceta o los pensamientos. Me basé en el hecho de que algunas plantas del año anterior habían sido sembradas en junio, voluntariamente -como los cebollinos y las rúculas- o no -como unos Tagetes patula- y habían salido adelante en aquel entonces, floreciendo al invierno o primavera siguiente. Esto no siempre es posible, pues las amapolas de Islandia también tuvieron una primera prueba en julio y no sobrevivieron. Fue ya en noviembre cuando conseguí establecer las que tengo ahora, que lucen espléndidas aunque de momento los únicos colores en aparecer han sido el naranja y el amarillo.

Gilia tricolor
En el contenedor las flores sorprenden por su disparidad. Dos Gilia tricolor florecen sin parar desde hace poco, mientras que la espuela de caballero más veterana, que parecía que ya iba a secarse, ha sacado fuerzas de repente y ha emitido no una sino dos varas florales nuevas. Es un detalle que me parece tremendamente interesante, pues la consideraba una especie anual y veo que es capaz de florecer sin parar desde otoño hasta primavera; las nomeolvides chinas no fueron tan duraderas y fui cortándolas conforme iban deteriorándose. Es curioso porque han ido apareciendo más plantas de espuela en el contenedor y ninguna ha ido tan rápido. La próxima en florecer tiene el porte totalmente vertical de la variedad de flores dobles que sembré hace dos años y floreció hace uno, variedad que posiblemente evite sembrar a partir de ahora a fin de impedir cruces indeseados, puesto que me parecen mucho más bonitas las originales.

Commelina benghalensis
En el rincón trasero, las amapolas, las anémonas y ranúnculos, las Fritillaria, los Oxalis, algunas compuestas y la Bletilla abren la lista de colores que todavía están pendientes de ser acompañadas de especies como las aguileñas, las dedaleras y algunas de más reciente incorporación. De entre éstas, aunque vino ya en flor, tenemos a la grácil Saxifraga x arendsii, un híbrido de múltiples flores rosadas de agradable perfume y hojas como pequeños tridentes que vistas de lejos parecen un cojín de musgo. Tengo entendido que no son muy amantes del calor, así que habrá que ver cómo toleran el verano.

Consolida ajacis
Otra de las novedades florecientes esta semana es la Commelina benghalensis. Recibí esquejes en otoño de esta planta en ocasiones poco apreciada por su carácter invasivo. Fue atacada por los gorriones, pero dejaron de hacerle caso simplemente apartándola a un lado; el resto del invierno se lo ha pasado expuesta en la zona de más sol y no ha tenido ningún problema más. Sus encantadoras florecillas azules son todavía más pequeñas de lo que esperaba, y eso que esta es una especie de hojas algo más grandes. Su caracter diferenciador, aparte de la forma de las flores y hojas, es la presencia de pelos marrones en la unión de las hojas con los tallos.

Las trepadoras son otro tipo de plantas que espero den mucho juego este año. Construí una pérgola de cañas para ubicarla al sol y he ido añadiendo cuerdas a la estructura de madera que había en el rincón de semisombra, desde donde ya he conseguido que la Passiflora caerulea venga al frente. Hay además guisantes de olor, capuchinas, la Clematis 'Jackmanii' -muy alta ya y llena de botones florales- y unas cuantas novedades de este año, tanto plantas ya crecidas como sembradas desde semilla. Lo estoy intentando con más Cobaea scandens para tenerla también arriba, pero no hay éxito a la vista.

Grupo de amapolas de Islandia
También es hora de ir sembrando semillas que he dejado para última hora, las que más disfrutan del calor. Entre ellas, podría mencionar las zinnias y las mimosas sensitivas, pero también se extendería a las Ipomoea, de las que este año dispongo de más variedades aparte de la Ipomoea nil rosada que cultivo desde 2012 (y que todavía no ha aparecido aquí, curiosamente). Quizá este año tampoco lo intente con las martiniáceas, que ya pasé por alto el año pasado pero acabaron apareciendo por sorpresa en septiembre. Si en 2015 con el contenedor desmontado gano sitio, quizá vuelva a ponerlas a todas. Son muy grandes y muy bonitas, pero tienen la pega de que ocupan bastante sitio y no compensa demasiado lo poco que duran, aunque en el fondo me niego a desprenderme de ellas, pues las considero unas plantas muy especiales y exclusivas. Además no me suponen ni gasto en sustrato, pues crecen en cualquier tierra recogida del campo.

Toca pues disfrutar de esta primavera y esperar que se repita el patrón de todos los años, con lluvias ocasionales que siempre aparecen en el momento oportuno para salvar la situación y que todo siga igual de bonito antes de que llegue el verano y suponga el borrón y cuenta nueva definitivo de la temporada.

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