viernes, 18 de abril de 2014

Lobelia erinus, ¿anual?

Lobelia erinus 'Crystal Palace' en su segunda temporada
Hay ocasiones en las que algunas plantas nos hacen dudar sobre la duración de su ciclo vegetativo. La mayoría de veces, se trata de plantas que se etiquetan como anuales y que pueden ser en realidad perennes de vida corta que florecen durante dos o más temporadas seguidas, tanto si se siembran en otoño como si se hace en la misma primavera. Lo curioso es cuando se trata de plantas que, ofrecidas como anuales, ya se ha comprobado antes que efectivamente ese era su ciclo.

En el caso que los ocupa, la pequeña Lobelia erinus 'Crystal Palace' tuvo su mayor número de ejemplares en la terraza durante la temporada 2012. Aquellas plantas fueron sembradas a principios de marzo y las más longevas duraron hasta agosto. El mismo año, en octubre, sembré unas pocas acompañando a los antirrinos y espuelas de caballero dobles en su maceta -la que aún conservo-, bordeándolos. Crecieron y florecieron para la primavera de 2013, y a su vez una planta hizo lo mismo en el contenedor, procedente quizá de los restos de semillas de las de 2012, ya que no sembré ninguna.

La planta del contenedor acabaría igual que sus "padres", no llegando a superar el verano. En cambio, la de la maceta de los antirrinos dejaba de florecer y continuaba creciendo, volviéndose rastrera y con las hojas cada vez más oscuras. Es una planta que crece verde y suele coger color gradualmente, volviéndose purpúrea o rojiza, con lo cual este ejemplar, que ya ha visto dos primaveras, está más "bronceado" que ninguno. Y está floreciendo otra vez.

Casos curiosos como este los he visto más veces, y lo más misterioso es que los dos más significativos han ocurrido en una misma maceta que construí aprovechando una garrafa de plástico duro: en dicho recipiente crece un antirrino de mata baja de flores blancas que no ha dejado de ocupar ese lugar desde otoño de 2011. Me sorprende porque la planta parece ser sólo un poco más grande cada año (dentro de unos límites) y nunca se ha secado, aunque en otoño-invierno de 2012-2013 tuvo un comportamiento similar al de una vivaz, haciendo un descanso y rebrotando más tarde; se trataría del antirrino más longevo de todos cuantos tengo, con tres temporadas a sus espaldas y ahora mismo sin dejar de florecer desde principios de 2013.

La misma maceta improvisada fue hogar de las Xerochrysum bracteatum durante la temporada 2012. Allí crecieron, florecieron y murieron en verano dando todo de sí. Dos ejemplares se quedaron más pequeños y parecía que iban a secarse sin florecer; nada más lejos, quedaron "suspendidos" hasta 2013, que fue cuando completaron el mismo ciclo que sus compañeras, como si se hubieran saltado una temporada entera.

También es cierto que el contenedor es más difícil de mantener en condiciones que las macetas, y si ahora, con el pulverizador y todos los riegos posibles, ya es complicado que la humedad se retenga de manera uniforme, en 2012 muchas plantas debieron morir simplemente cuando el calor y falta de humedad del verano se hicieron intolerables. También ocurrió con los Ageratum houstonianum: mientras que unos ejemplares vivieron apenas 5 meses desde su germinación hasta su muerte, algunos sobrevivieron al invierno posterior.

Por este motivo, aunque algunas plantas no luzcan tan perfectas como en su primera temporada, siempre y cuando se encuentren en macetas que no voy a tocar para nada, prefiero dejar a las plantas agotar sus recursos hasta donde puedan. Este año van por el mismo camino las Gaillardia aristata, aun consideradas perennes de vida corta: están sequísimas, con apenas unas pocas hojas, pero no han dejado de florecer desde mayo de 2013. Es increíble.

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