domingo, 24 de abril de 2016

Flores de abril (II)

Salvia officinalis
Abril sigue su curso, y durante estos diez días centrales del mes el ambiente ha presentado distintos cambios que, si bien no han marcado demasiado el progreso de la primavera, han mantenido a raya el ascenso de las temperaturas. Éstas se habían empezado a disparar la semana pasada -con una máxima de 25ºC el día 16, algo perfectamente normal-, pero a lo largo de la siguiente, que hoy concluye, diversos episodios de nubes que finalmente no han dejado precipitaciones destacables y vientos frescos procedentes de Europa han dado una pequeña tregua. Sólo en la madrugada de ayer sábado las nubes consiguieron descargar una pequeña cantidad de agua, 0,3 mm., que rompe con la quincena sin precipitaciones que llevábamos desde el buen inicio de mes y que, como ya viene siendo habitual en los últimos años, parece que sólo esta franja de costa de la provincia de Valencia se quede sin su aporte de lluvias mientras descargan en el resto de la penísula.

Cosmos bipinnatus
Continúan sucediéndose las floraciones multicolores en la terraza, especialmente de parte de las especies anuales, aunque las perennes más efectivas tampoco tienen nada que envidiarles. Es el caso de la Salvia officinalis que adquirí a finales del mes pasado en un comercio local, con buen aspecto y floración incipiente, decidido de una vez a reintroducir esta especie en la terraza después del fracaso estrepitoso de hace dos veranos, en cuya ocasión adquirí un ejemplar de buen tamaño que murió sin más en apenas un mes. En esta ocasión he tenido mejor suerte y el ejemplar actual es un no parar de florecer, motivo por el cual las abejas de lengua larga no han parado de visitarla, como se ha ido mostrando en los más recientes vídeos. Las lamiáceas de clima templado suelen ser, en general, un éxito asegurado atrayendo a este tipo de insectos.

Nemophila maculata
Durante estos días ha tenido lugar el regreso de muchas especies conocidas. Algunas ya llevaban semanas floreciendo, como las Cosmos bipinnatus, de las que una vez más y por dejadez me da la sensación de haber plantado muy pocas; florece la segunda de las espuelas de caballero del contenedor, con un color similar aunque con los pétalos centrales quizá más oscuros que los de su vecina, que además debió surgir de las mismas semillas. Detrás de ella se encuentra el gran crisantemo Glebionis coronaria var. discolor, también obtenido de semillas propias de las plantas que cultivé el año pasado. Éste sigue extendiendo sus ramificaciones llenas de capítulos amarillos y blancos que, contra todo pronóstico, tienen un porte contenido y ordenado: a estas alturas, con el viento de estos días, las plantas de mayor altura se han removido de tal manera que toda esta zona está hecha un desastre cuando todavía quedan varias especies que tardarán un poco más en florecer.

Glebionis coronaria var. discolor
La siembra algo tardía de Phacelia grandiflora comienza a dar sus frutos estos días. Descuidé un poco el dedicarle un semillero a esta especie que tan bien había ido la anterior temporada y lo hice bastante tarde, a finales del pasado año y trasplantando posteriormente a una maceta menor que la de la primavera de 2015. Las plantas, que son tres, se han adaptado perfectamente y si bien no son ni una tercera parte de altas que la del año pasado, este aspecto compacto es de lo más atractivo y seguro irá mejorando todavía más en cuanto estén llenas de flores. Visto lo visto, en futuras ocasiones vale la pena usar una maceta de talla contenida ya que la planta ocupa menos pero sigue teniendo la misma cantidad de flores del mismo tamaño. Algo así ocurriría también con la Phacelia viscida, que este año he cultivado en una maceta pequeña sin desmerecer en absoluto: probablemente con mayor disponibilidad de tierra se hubiera hecho más grande, desgarbada incluso, pero no proporcionalmente más florífera.

Nicotiana mutabilis
Un regreso un poco más especial es el de la Nemophila maculata. Por descuido, he ido perdiendo a esta especie de mi propio banco de semillas. Las semillas originales, obtenidas de un compañero en un intercambio en 2013, están ya demasiado viejas y han perdido viabilidad. Las Nemophila menziesii, tanto las azules como las 'Penny Black' tuvieron más suerte a la hora de ser almacenadas. Con las maculata hice varios fallos: recoger tarde las semillas de la única planta de 2014, perdiendo varias por el camino; salir menos de las esperadas en la apretada combinación que obtuve en 2015, donde fui incapaz de separar a las plantas de esta especie y no salió ninguna del batiburrillo de semillas mezcladas que recogí. Finalmente, sembré unas pocas de aquellas que recogí en 2014 y las repartí entre el contenedor y una maceta. Las del contenedor, sin motivo aparente, murieron antes de que éste estuviese cubierto de hojas; de las de la maceta, tres, tuvieron un resultado que todavía me explico menos: las dos primeras en florecer resultaron ser una 'Penny Black' al uso y otra blanca y moteada como la variedad atomaria. Al final, la tercera salió como toca y por fin la Nemophila maculata vuelve a florecer en la terraza. La planta tiene buen aspecto, y a este paso será una de las Nemophila que más aguante floreciendo de todas estas primaveras. Por supuesto, no le quitaré el ojo de encima para guardar bien esta vez sus semillas.

Consolida ajacis
Cerca de allí, apenas una balda más arriba, hay que lamentar una baja que se ha llevado por delante a todos los ejemplares de una especie. Suena dramático, pero es así: el fin de semana pasado llegué a la terraza y las margaritas Thymophylla tenuiloba simplemente no estaban. Ni rastro de ellas. ¿Quién son los culpables? Afirmaría con total seguridad que los gorriones. En otras ocasiones se han llevado plantas enteras de la misma manera meticulosa, no dejando ni rastro. En esta ocasión incluso han seleccionado las tres de esa especie y no han tocado a las demás plantas de la misma maceta. La mayoría de veces, sin embargo, se dedican a cortar tallos y dejarlos caer en el sitio. No deja de ser curioso lo que han aguantado estas plantas, diminutas, totalmente expuestas sin problemas, y que los gorriones las hayan extraido selectivamente cuando estaban llenas de flores. Este año, todo hay que decirlo, los pájaros se pasan el día en la terraza y hasta se arriesgan a entrar bajo la malla del rincón cuando estoy allí, chocándose varias veces cuando me ven hasta que consiguen salir. Se nota este año la ausencia de cernícalos que solían volar hasta hace poco sobre la terraza, que seguro que a base de sustos harían que los gorriones no se distrajesen demasiado rompiéndome cosas. Habrá que esperar todo un año para volver a ver las pequeñas margaritas doradas de Thymophylla, pues.

Camassia leichtlinii
Precisamente bajo esa malla crecen las siguientes dos protagonistas de la entrada. La primera, la australiana Isotoma axillaris, que si bien cuenta con representación repartida por toda la terraza, el ejemplar que empezó a crecer prácticamente a finales de verano pasado a los pies de una Clematis es el primero en despuntar. Esta planta en concreto se ha hecho bastante grande y ya empezó a abrir flores a principios de mes, siendo también la ocasión más temprana en que lo hace en estas tres temporadas que la llevo cultivando. Esta vez sólo he obtenido los ejemplares autosembrados, pero de ellos podré obtener semillas para plantarlas intencionadamente junto a otras especies que florezcan a la vez aprovechando el conocimiento adquirido durante esta temporada, una de las más ricas en especies. El primer intento de combinación salió mal en su día: el otoño de 2014 puse unas pocas en el contenedor, pero ni les gustaban los riegos continuados ni pudieron sobreponerse al rápido crecimiento de sus vecinas, desapareciendo del todo antes de llegar al tamaño de floración.

Anemone blanda
De manera un tanto inesperada, durante la mitad de este mes han empezado a abrirse unas pocas flores de Anemone blanda. En las cuatro ocasiones que las he cultivado he acabado teniendo que comprar tubérculos nuevos: sólo en la primavera de 2014 tuvieron relativo éxito. En aquella ocasión florecieron ya a finales de invierno y lo hicieron varias a la vez. A la siguiente temporada, replantando los tubérculos y añadiendo una veintena más, ni siquiera brotaron. Este año parecía repetirse lo mismo cuando, de repente, han empezado a aparecer algunas hojas sueltas y capullos. Esto me anima a seguir probando con ellas, pero soy incapaz de encontrar el término medio a sus necesidades. Con sus parientes las Anemone coronaria es mucho más sencillo. Otros intentos con ranunculáceas similares han sido un fracaso prácticamente absoluto y ya ni siquiera lo intento. Mejor seguir con las anuales o con las que han demostrado tener poca dificultad.

Isotoma axillaris
También este punto central del mes ha visto florecer a una más de las bulbosas plantadas desde otoño. Se trata de la Camassia leichtlinii, que ya tuvo éxito el año pasado, aunque dos de los tres bulbos se malograron durante su conservación y todavía llegué a comprar unos nuevos. Sólo ha florecido una, que como ya ocurriera el año pasado, se da mucha prisa en despachar a las flores, no llegando a presentar nunca una vara con varias flores a la vez. Del resto de bulbos espero poco más, pues a estas alturas no han florecido los últimos narcisos que quedaban por hacerlo, los iris holandeses han empezado ya a secarse sin dar ni una flor y dos especies tardías, Hyacinthoides hispanica y Ornithogalum umbellatum, tienen pinta de que este año no repetirán aunque al menos tienen hojas que dejan claro que estar, están.

Phacelia grandiflora
Finalmente, abril también ha sido el punto de inicio de la floración de otro tabaco ornamental: Nicotiana mutabilis. Esta especie debe su nombre a la transformación que sufren sus flores, que se abren del todo siendo blancas, pero se tiñen de rosado a los pocos días. No tienen perfume y las flores son pequeñas, distribuidas de manera muy laxa, aunque el efecto que hacen todas juntas no resta belleza a la especie que, eso sí, parece necesitar obligatoriamente ser de un tamaño notable para que el conjunto de florecillas destaque. Al igual que el otro tabaco que cultivo, Nicotiana alata, no ha necesitado de una maceta muy grande. Su crecimiento lento durante el otoño se desató a partir de enero, cubriendo toda su superficie prácticamente en cuestión de días. En apariencia no llaman la atención de los insectos, o al menos de los que se ven durante el día, suponiendo que son plantas que en su zona de origen se valen de las mariposas nocturnas para su polinización.

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