miércoles, 13 de abril de 2016

Flores de abril

Clarkia unguiculata y Gilia capitata
Abril avanza y la variedad de flores, como es obvio, no deja de crecer. Las lluvias se fueron el pasado día 8, y si bien el domingo 10 hubo un breve episodio que dejó un poco más de agua, parece ser que el límite se encontraba justamente en mi ciudad, Sueca, y Cullera no recibió ni una gota a pesar de que las lluvias se extendían sobre varios kilómetros de la región costera valenciana. Además, estamos experimentando ya una subida de temperaturas propia de la primavera y los valores máximos se van situando con frecuencia sobre los 20ºC. Estamos en abril y es, al fin y al cabo, lo que toca. Los problemas vienen cuando las lluvias no quieren regresar y los vientos secos y cálidos que soplan desde el interior de la península empeoran las cosas, pero de momento este año todavía no hemos tenido ningún episodio importante de poniente salvo quizá los primeros días de enero, en los que las temperaturas máximas eran idénticas a las actuales. Lo que son las cosas.

Thymophylla tenuiloba 'Golden Dawn'
Como viene siendo habitual, las principales protagonistas en estos días son las plantas anuales. Son numerosas, variadas y fáciles de cultivar, y la inmensa mayoría de ellas comparten un mismo destino desde que fueron sembradas en otoño, o en invierno los casos más extremos. Siempre destacan las novedades que uno espera, no sin ser menos emocionante el regreso de especies que ya fueron cultivadas con éxito anteriormente. Quizá de algunas, eso sí, esperaba un despliegue mayor. Este es el caso de las Phacelia tanacetifolia, de las que apenas he sacado adelante tres plantas, dos en el contenedor y una en maceta. Están empezando a florecer todas a la vez y nada tienen que ver con los enormes ejemplares del año pasado que se superponían al resto de plantas. Esta vez se han quedado pequeñas en un rincón, con buena altura, sí, pero casi sin hojas. Al año que viene trataré de ser más generoso, pues tengo una cantidad de semillas -que supongo que aumentará este año- que permite holgadamente obtener montones de ejemplares. Eso sí, el tamaño que pueden alcanzar es lo que acaba limitando su presencia en la terraza. Tan aisladas han quedado este año que ni las abejas parecen prestarles una atención especial respecto a otras plantas.

Nicotiana alta 'Grandiflora'
Con otra vieja conocida ha ocurrido justo lo contrario. El tabaco de olor Nicotiana alata 'Grandiflora' se fue sembrando solo el otoño pasado a partir de semillas caídas, y a un par de ejemplares los separé en sendas macetas. El primero ya estaba floreciendo hace un mes, mientras que el segundo lo extraje de una maceta con plantas pequeñas donde éstas corrían el riesgo de verse sepultadas por las grandes hojas del tabac; lo coloqué en una maceta más o menos mediana (unos 22 cm. de diámetro y casi lo mismo de profundidad), introduciéndolo dentro de un cubo del mismo diámetro para evitar la pérdida de agua durante esos primeros días en que las raíces deberían aferrarse al nuevo medio -aunque se ha quedado ya indefinidamente- y a semisombra en la pared este de la terraza. Finalmente, cuando hice algo de sitio en el rincón trasero, lo coloqué allí. Sorprende el tamaño que ha alcanzado en tan poco sitio, superior al de los ejemplares originales que el año pasado crecieron en una maceta de unos 32 cm. de profundidad: las hojas son tan grandes que no dejan ver la maceta que hay debajo. La floración, que aumenta sin parar estos días, es igualmente impresionante. Más de una docena de sus blancas flores se desperezan cada atardecer emanando su delicioso aroma.

Phacelia tanacetifolia
La foto que encabeza la entrada muestra el contraste ofrecido por la combinación de dos anuales muy distintas, pero procedentes del mismo continente, Norteamérica: la ya mostrada con anterioridad Clarkia unguiculata, de flores rojas que poco a poco empiezan a convertirse en vainas de semillas, y la Gilia capitata, de flores azuladas apretadas en una panícula casi esférica. Sobre esta última, que cultivo por primera vez este año, habrá una entrada en breve.
La segunda de las novedades en esta entrada es la pequeña margarita amarilla Thymophylla tenuiloba 'Golden Dawn'. Se trata de una especie originaria de Texas y zonas adyacentes de México. Es una anual pequeña tolerante al calor y falta de agua, algo que siempre resulta interesante en una región como esta. No esperaba verlas florecer tan pronto debido al escaso desarrollo que presentaban. De hecho, si uno ve el tamaño de las plantas de donde han salido las flores pensaría que son ejemplares sembrados hace poco más de un mes. Lo cierto es que llevan en la misma maceta desde octubre y ninguno de ellos debe superar los 7 cm. Las cabezuelas son pequeñas y de momento no buscan mirar hacia arriba como esperaba, sino que los largos tallos sobre los que se sustentan caen hacia todos los lados de la maceta, entremezclándose con las plantas vecinas. Es la primera de varias especies de margaritas amarillas que he ido sembrando este año a fin de encontrar la más sencilla y prolífica, de cara a futuras combinaciones de anuales.

Salvia hispanica
Más rápida todavía ha sido la siguiente planta, la chía (Salvia hispanica). La sembré en enero y ha necesitado sólo tres meses para empezar a florecer. Se trata de una planta que se ha hecho popular como complemento alimenticio novedoso, exótico y con características nutricionales fuera de serie. Cierto es que contienen una gran cantidad de omega-3, fibra y proteínas, pero no mucho más que otros alimentos en la misma proporción -pescados y legumbres, respectivamente- que tienen, digamos, un consumo más extendido y sencillo: las semillas de chía son pequeñas como las de la mayoría de salvias y comer grandes cantidades sería, además de carísimo, un poco incómodo. Precisamente gracias a esta popularidad conseguí unas pocas semillas y probé a sacarlas adelante dado que la planta parecía tener un aspecto interesante. Se trata de una salvia con hojas acorazonadas y flores un tanto pequeñas sobre espigas similares a otras lamiáceas. El aspecto y colorido es muy similar a las de Salvia farinacea, pero además de ser menores están muy separadas entre sí y se deterioran pronto. Quizá dándole más espacio podría conseguir una planta que, al ser mayor, produjese muchas más espigas de flores. Se intentará a la próxima temporada. Como ya he comprobado con otras salvias mexicanas (coccinea, patens o la mencionada farinacea), estas salvias neotropicales no suelen llamar la atención de los insectos como sí hacen sus parientes del Viejo Mundo.

Bupleurum rotundifolium
Pasamos ahora a una umbelífera: Bupleurum rotundifolium. Las semillas de esta planta venían en una mezcla de anuales y, aunque al principio me parecía que su morfología la hacía más adecuada para combinar con plantas mucho mayores, decidí colocarla en el contenedor con plantas de todos los tamaños y resultó ser un acierto. Las semillas las tenía ya desde primavera de 2014 y parece que son algo caprichosas para germinar. No he conseguido que lo hagan por el método del papel de cocina húmedo en recipiente hermético, y los dos ejemplares que obtuve en otoño salieron después de un tiempo de depositar semillas en vermiculita. Al cabo de un tiempo, ya pasados a tierra, uno de ellos fue totalmente devorado por los caracoles. El restante tuvo suerte y se pudo beneficiar de la malla que coloqué a fin de evitar más desastres. La planta crece formando un tallo recto con hojas perfoliadas -"perfoliada" es, precisamente, un nombre que recibe la especie-, esto es, sin pecíolo y abrazando el tallo desde su base. La floración consiste en una ramificación que sostiene varias umbelas con brácteas grandes y puntiagudas que alojan en su interior a las diminutas flores amarillas, rodeadas también de una mancha amarillenta. Esta apariencia me recuerda a la de una Euphorbia, siendo distinta y más llamativa en su floración que otras Bupleurum que ya conocía del monte de Cullera y que tienen sus diminutas flores suspendidas sobre pecíolos. También, a diferencia de aquéllas, la B. rotundifolium es anual. El viento ha hecho que se doble, cosa que acaba pasando todos los años con las plantas más altas.

Phalaris canariensis
Finalmente, la última planta de esta entrada responde a una búsqueda de plantas que pueden tener un aspecto llamativo si se las combina con otras flores y además son fáciles de encontrar. Si hace años comencé a cultivar linos a partir de las semillas que o bien se venden como "alimento sano" (semillas doradas, cuya planta no se diferencia en nada de los demás) o bien se encuentran en las mezclas de comida para aves de jaula (semillas de color castaño), este año se me ha ocurrido investigar si el alpiste (Phalaris canariensis) puede tener algún valor ornamental. Esta gramínea produce espigas con brácteas blancas y verdes superpuestas como un patrón escamoso. Es algo menor de lo que esperaba y esto significa que podría haber plantado más, ya que ni quitan sitio en el suelo ni las espigas destacan tanto habiendo tan pocas, además de haberse quedado por debajo de otras plantas. Ha sido, eso sí, la primera de las gramíneas que tengo sembradas que ha empezado a florecer. dejando para más adelante a las ya conocidas Briza maxima, de las que este año sí hay muchas más que el anterior.

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