domingo, 1 de mayo de 2016

Punto y final para abril

Anagallis monelli
El mes de abril se despide con un ambiente plenamente primaveral. A lo largo del mes, especialmente en su segunda mitad, vientos procedentes del norte y algunas tormentas en paso han conseguido frenar el aumento de temperaturas, que cierran el mes con valores máximos todavía por debajo de los 20ºC. Además, las nubes que se resistían a dejar caer alguna gota sobre nosotros han sido benevolentes durante los tres últimos días del mes, si bien entre todos apenas se han conseguido superar los 2 mm. No obstante, el mes termina con 29 mm. acumulados que, por increíble que parezca, lo convierten en el mes de abril más lluvioso desde 2010. Lo de "en abril, aguas mil" no es algo que suela cumplirse aquí, y de hecho abril suele ser el menos destacado incluso en las primaveras más lluviosas. Por ejemplo, la primavera más lluviosa de la última década fue la de 2008, con un mes de mayo que con 85 mm. acumuló más agua que algunos de los meses de septiembre a noviembre de estos últimos años -salvo el generoso mes de septiembre de 2015. Recordar, por ejemplo, que en todo lo que llevamos de 2016 todavía no han llegado a acumularse ni 60 mm.

Limnanthes douglasii
Tocando casi el inicio de la segunda mitad de la primavera, las plantas perennes y anuales algo más tardías comienzan a coincidir en floración y no estamos en absoluto cerca de ver todavía el declive de las floraciones, pues quedan tantas especies creciendo y formando flores que el próximo mayo tiene asegurado un arranque prometedor. El contenedor ha perdido su ordenado aspecto debido a esos vientos que han ido soplando durante el mes, pero sigue lleno de especies que todavía pueden alargar su floración durante el siguiente mes o, incluso, más allá. Empiezan a tomar protagonismo estos días allí las gramíneas Briza maxima, que después del buen resultado en 2015 fueron plantadas en mayor número. Eso sí, subestimé el tamaño que podían alcanzar con un buen desarrollo basándome en lo visto la temporada anterior: esta vez sus espigas se igualan con las plantas más altas de su alrededor. Las planté hacia adelante, pero a estas alturas, con muchas plantas ya secas o crecidas en exceso, la posición que ocupan importa poco mientras consigan ganar espacio vertical.

Saxifraga stolonifera
Dicho orden sí preocupa cuando se trata de plantas más pequeñas que no consiguen sobresalir del resto. Esto ha ocurrido, un año más hay que decir, con las Limnanthes douglasii. Aunque repartí ejemplares en macetas con plantas menores, los del contenedor han quedado por debajo del resto de plantas que a estas alturas están muy grandes, dejándolas asomar por los pocos huecos visibles. Es por esto, y por otras observaciones realizadas a lo largo del mes, que he decidido que quizá al año que viene podría probar a desplazar ese nivel frontal de plantas más bajas a macetas como las que he empleado este año para plantar toda la sobrepoblación de los semilleros. Algunas especies no las hubiera visto nunca, o al menos no tan bien, si no hubiera sido por esta medida. El contenedor comienza bastante bien hasta más o menos el mes de febrero, pero para entonces las plantas crecen muchísimo y todas aquellas especies de crecimiento lento -no necesariamente pequeñas- o las que miden menos de 20-25 cm. de altura final suelen perder su oportunidad. Es un asunto al que le iré dando vueltas en los meses que quedan para planificar el futuro contenedor de 2017.

Lavandula pedunculata
Unas de las pruebas que refuerzan esta idea son las anuales que están ahora mismo desplegando sus encantos en las macetas, y las que prometen hacerlo en los primeros días de mayo. La más llamativa de ellas es Anagallis monelli, un pariente de mayor tamaño de las pequeñas pimpinelas silvestres de nuestra zona (Anagallis arvensis/foemina) que, de hecho, es también autóctona en la Península Ibérica, si bien su distribución se encuentra más al sur. Su color es azul, aunque también existe el anaranjado-rojizo como ocurre en las pequeñas arvensis. Hay un poco de confusión con cuáles son especies distintas o no, e incluso actualmente parece ser que el género Anagallis pasa a formar parte de Lysimachia. En este caso, prefiero utilizar el nombre anterior. Volviendo a la terraza, la Anagallis monelli es una especie que ya sembré, sin éxito, en otoño de 2014. Volví a insistir al año siguiente y el resultado ha valido mucho la pena. Se trata, al contrario de lo que pensaba, de una mata semierecta de tallos de hojas pequeñas y cada vez más llenos de flores, y no reptante como su pariente de menor tamaño. Debido al orden no planeado ha quedado algo aislada y el color azul puro de sus flores, que destaca por sí solo, no combina apenas con vecinas de otros colores como los Dianthus amurensis, con los que comparte maceta y que sin embargo han quedado colgantes. Al año que viene, conociéndola, intentaré hacer una combinación llamativa con ellas.

Coriandrum sativum
Otra anual que prospera en una maceta es el conocido anís, Pimpinella anisum cilantro, Coriandrum sativum Obtuve las semillas de la propia despensa de casa, ya que las usamos para infusiones¹. Planté varios ejemplares que germinaron pronto y repartí en el contenedor y en una maceta con otras plantas. Como ya se indicaba antes, la planta fue de las que iban bien mientras sus vecinas la dejaron crecer, pero su ritmo más pausado, o quizá el hecho de haberla plantado con la lista de especies para contenedor ya prácticamente cerrada, acabaron por hacer que los ejemplares añadidos aquí acabaran por ir mal y desaparecieran. El de maceta, en cambio, prosiguió con su crecimiento y no ha tardado mucho más que otras plantas en alcanzar el tamaño de floración. En efecto, ha florecido a la par o incluso antes que muchas umbelíferas y otras plantas de porte similar con las que compartía sitio en el contenedor. Sus flores, de un inmaculado blanco, son numerosas y encantadoras, con lo que pasa a ser una especie que se tendrá en cuenta de ahora en adelante, sembrándola eso sí a la par que otras especies. El tamaño es bastante compacto, al menos por lo visto en este ejemplar en maceta, que bien desarrollado no llega al medio metro de altura.

Lychnis alpina
Florecen también ahora varios ejemplares de alhelí cuarenteno, más de los dobles que de los simples. El año pasado comenzaron ya en febrero, pero hay que tener en cuenta que en esta ocasión los ejemplaras fueron colocados en macetas más tarde, después de haber sembrado un buen número al que no le encontraba sitio y que pasaron algo más tiempo de la cuenta en su semillero. Los del contenedor, sin ir más lejos, florecieron de los primeros, con un ejemplar doble y otro simple de los que casi no queda rastro al haber sido superados ampliamente en tamaño por otras especies. Está claro que esta especie es de las que mejor van y más se beneficia de la plantación en maceta, donde el año pasado se pasaron meses en flor debido no a su larga vida, sino a su lento deterioro, especialmente en los ejemplares dobles, que no producen semillas aunque proceden, en mayor porcentaje además, de las semillas que dan los simples.

Anagallis monelli
Pasando a las perennes, las cuales todavía se encuentran en su mayoría desarrollándose -algunas, a decir verdad, de manera más lenta de la esperada- habría que destacar a dos especies que son recién llegadas a la terraza durante este mes que ya concluyó. La primera de ellas fue una Lavandula pedunculata, especie similar a Lavandula stoechas que encontré en un puesto ambulante del mercado de los viernes en Sueca. Me llamó la atención precisamente porque estaban ambas especies juntas, aunque tuve mis dudas. La planta tiene las flores de color púrpura claro (y no oscuras como en la stoechas que tengo) y las brácteas de las inflorescencias son rosadas y muy largas. Esto cuadra con pedunculata pero, sin embargo, la planta es igual de compacta que la otra que tengo, cuando en pedunculata las flores suelen estar, precisamente, sobre pedúnculos muy altos. Aun así, es una especie variable y confío en que cambie de aspecto a medida que crezca. La planta la adquirí el día 1 y ya venía formando flores que han ido desarrollándose a lo largo de todo el mes, alcanzando su máximo estos días. Eso sí, al igual que su congénere, las abejas no le hacen ningún caso.

Briza maxima
Otra perenne que se encuentra floreciendo estos días es la Lychnis alpina. Este ejemplar lo adquirí en ALDI cinco días después de la Lavandula. Dando por sentado el catálogo que suelen traer cada año, pasado el mes de marzo dejé de fijarme en las ofertas de este supermercado que, desde el verano pasado, ya no tengo ni en Sueca ni en Cullera. Me enteré el mismo día de que esta vez habían traído una colección de perennes en maceta, similar a la que traían en otoño, y allá que fui. Me llevé esta Lychnis, una Heuchera y una Helenium, que siguen creciendo estupendamente. La Lychnis alpina, que de hecho ya la tuve precisamente comprada un otoño en esta cadena y que, a pesar de crecer mucho más, murió sin florecer, ha sido la primera en dar el paso hacia la floración. En apenas un par de semanas en casa ya empecé a ver cómo de la diminuta mata de hojas comenzaban a asomar las futuras flores, que han alcanzado su cénit a finales de abril. La planta, en conjunto, es bastante pequeña y se ajusta a la idea de "planta de rocalla", siendo esencial tenerla aislada para que destaque. La planté, como he ido probando últimamente con todas las perennes, en una mezcla de arcilla, arena y mantillo.

Alhelí cuarenteno
Ha ido floreciendo también durante este mes la Saxifraga stolonifera, perenne que tiene su emplazamiento contra el muro con mayor cantidad de sombra de toda la terraza. La planta la obtuve de un intercambio con una compañera y es, en efecto, una planta que prácticamente se divide sola y tiene gran facilidad para propagarse vegetativamente mediante sarmientos que surgen de la roseta. La tengo desde hace tres otoños, pero su historia es un tanto curiosa. El primer año, la planta creció bastante pero no llegó a florecer; ese mismo verano -el de 2014- empezó a decaer y descubrí el motivo: una plaga de cochinilla tremenda. Aquel otoño, la misma compañera tuvo a bien enviarme otra planta para comenzar de nuevo. A la primavera siguiente -ya en 2015- de la vieja maceta aparecieron hojas de nuevo, demostrando que la plaga no la había destruido. Sin embargo, la planta nueva, que parecía no haber agarrado bien, se perdió. La superviviente siguió creciendo y ha llegado a este año grande y fuerte, produciendo varias varas de sus peculiares flores blancas de pequeño tamaño con los dos pétalos inferiores más largos que los tres restantes, asemejándose el conjunto a una suerte de camiseta y pantalones.

Lavandula pedunculata
Los insectos en este último tramo de abril han ido teniendo una representación menor. Incluso las abejas comunes han empezado a escasear y desconozco el motivo, pues la terraza sigue estando llena de plantas de su agrado. Las Anthophora plumipes, como es habitual a medida que la primavera avanza, han desaparecido del todo y puede que no las vuelva a ver hasta el año que viene. Sólo algunas especies de megaquílidos, especialmente de las pequeñas (Osmia, Megachile) quedan como representantes de las abejas en la terraza. El resto de insectos lo conforman algunas moscas, mariposas ocasionales (Pieris sobre todo) y las sempiternas avispas papeleras. Puede que esta ausencia, patrón que se repite prácticamente todos los años, se deba a que los insectos centran ahora todos sus esfuerzos en las plantas silvestres que encuentran en el variado término de Cullera.

Como se ha ido indicando, mayo todavía promete ser un mes lleno de colorido. Una gran variedad de especies de plantas, especialmente anuales y perennes tiernas, esto es, todo aquello que obtuve de semilla el otoño pasado, se preparan todavía ahora para comenzar a producir flores. Se ha notado bastante el ralentizado que produjo el inusual mes de marzo que, sin ser del todo frío, sí tuvo temperaturas que hubieran sido más lógicas en febrero que entonces, con lo que muchas plantas no sólo han comenzado a florecer más tarde, sino que están durando más de lo habitual, y con el ambiente que de momento se mantiene suave, es de esperar que esto se mantenga durante al menos unos días más.

1 Corrección (abril 2017): En la entrada original, la planta mencionada como anís (Pimpinella anisum) era en realidad cilantro (Coriandrum sativum). Es cierto que sembré en su día semillas de anís y aún con el aspecto evidente de las flores, que correspondía a las de cilantro, dudé sobre si existía otra especie de umbelífera utilizada como sustituto del anís con el aspecto que presentaban. Ha sido en primavera de 2017 cuando he tenido ambas plantas y se puede observar la evidente diferencia -y el anís sí se parece a las fotos que pueden encontrarse en la red-, si bien es cierto que las hojas son similares. Es probable que sembrase cilantros y me olvidase por completo al no anotarlo, y la ausencia de una roseta de hojas grandes, debido quizá al cultivo en una maceta poco profunda, me hizo descartar esta identidad.

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