sábado, 14 de mayo de 2016

Como agua de mayo

Digitalis purpurea
No se puede decir que esta primavera esté siendo estrictamente lluviosa, pero las precipitaciones vienen y se van a menudo, consiguiendo acumular cantidades de agua que son, a nivel anecdótico, significativas: el pasado mes de abril fue el más lluvioso de los últimos seis años sin llegar a los 30 mm. Mayo parece haber enlazado con esa dinámica de tormentas ocasionales y durante los últimos 10 días, la lluvia ha estado presente en 8 de ellos. Las fotos de la entrada corresponden todas al lunes día 9, en el que el panorama de un día lluvioso de primavera era particularmente notable, con flores multicolores adornadas con las gotas de lluvia que en ocasiones doblaban los tallos por el peso acumulado. En el terreno de lo práctico, cómo no, la lluvia ahorra agua y esfuerzo en días como estos, lo cual también es de agradecer. Además, las temperaturas no están siendo especialemente altas (por debajo de los 20-25ºC) y los vientos son frescos, mayoritariamente de gregal, con una evaporación que no está siendo demasiado acusada.

Trachymene coerulea 
Ha llegado, con este mes, la hora de que muchas de las plantas anuales más tardías comiencen a mostrar toda la belleza de su floración. Quizá alguien acostumbrado a otro clima encuentre extraño esto de considerar "tardía" a una planta que florece en pleno mes de mayo, con una primavera prácticamente comenzando su apogeo. En realidad, nuestro calendario climático dista bastante de lo que se puede encontrar en zonas de influencia atlántica o en el interior de la península: aquí no hay anuales que se esperen al verano para dar lo mejor de sí, pues para entonces no queda ni una. Sembradas en otoño y sin haber pasado frío, si acaso teniendo falta de sol algunos meses, las primeras anuales empiezan, como ya lleva años mostrándose en el blog, durante el mes de febrero, en ese periodo de repentino crecimiento de horas de luz que acontece durante esos días. Por tanto, las plantas que florecen en mayo llevan más de medio año creciendo sin faltarles el buen tiempo.

Iris germanica
Tanto es el contraste que muchas de las plantas que florecen ahora en el contenedor se encuentran ya rodeadas de tallos y hojas secas de otras especies que estaban en su mayor esplendor antes siquiera del equinoccio primaveral. Entre ellas están las grandes flores de la Clarkia amoena, cuyas plantas se han ido tumbando debido a la combinación de sus altos y finos tallos, el peso de las flores y el no contar con apoyo lateral. Y el viento, por supuesto, que es el mayor culpable. Las Viscaria oculata no tienen que lidiar con las continuas brisas, pero es porque han quedado tan abajo que los propios tallos de otras especies les hacen de paraván. Con sus primas mayores las Agrostemma githago no había manera de evitar que el viento las cambiase de sitio continuamente, con lo que ahora sus tallos, la mayoría de ellos ya formando semillas, están enredados por todo el contenedor.

Vicia villosa
La que no tiene problema con el viento, pues se agarra con zarcillos a medida que se abre paso, es la Vicia villosa. Esta especie es nueva este año y surgió de una semilla que en principio no tenía claro qué era. Viene en algunas mezclas y tiene el aspecto de una esfera negra brillante, a medio camino entre las de Vaccaria y las de Lathyrus en lo que a tamaño respecta. Cuando empieza a hincharse para germinar se vuelve, de hecho, muy similar a Lathyrus. Conforme veía crecer a la planta llegué a la conclusión de que sería Vicia, pero faltaba ver las flores para confirmar especie. La planta, cuando encuentra el ritmo, empieza a crecer lanzando tallos por todas partes, agarrándose a las plantas vecinas -la planté en el contenedor, pero en próximos intentos lo haré en una malla. Ya empezaba a impacientarme por lo que tardaba en florecer viendo su exagerado crecimiento, pero finalmente parece que todo el despliegue de tallos se engalanará con sus espigas de flores de dos tonos violeta, que cuentan con una pelusilla en la base de la corola que da nombre a la especie.

Clarkia amoena
Otra especie nueva para este año es una anual procedente de Australia, Trachymene coerulea. Ha tenido un crecimiento bastante pausado, creciendo a buen ritmo durante sus primeras semanas de vida pero quedándose algo estancada hasta que finalmente se ha puesto a abrir sus pequeñas umbelas de flores. Como germinaron tan bien, hubo plantas de sobra que repartí en el contenedor y en una maceta, siendo en este sitio donde primero se han abierto. A pesar de su aspecto, que invita a pensar que se trata de una umbelífera, en realidad es una araliácea, es decir, pariente de las hiedras, las aralias o el ginseng, las cuales tienen cierta relación con las apiáceas y también producen flores en umbela. Las de Trachymene son de un agradable tono lila-azulado con largos estambres sobresalientes. La planta en sí, al menos en el caso de las que tengo, no es demasiado voluminosa, consistiendo en un tallo central y unas pocas ramificaciones con hojas divididas que al principio recuerdan a las de alguna ranunculáceas.

Viscaria oculata 'Blue Angel'
También es tiempo para otras plantas no anuales. Los Iris germanica han empezado tarde este año a florecer, pero no se han quedado cortos a la hora de producir sus grandes flores. Por otra parte, y tras varios años de ausencia, las flores de la Digitalis purpurea vuelven a tener presencia en la terraza, resultado de la autosiembra de semillas procedentes de aquellos primeros ejemplares llegados en 2011 y cuyas semillas, increíblemente, aún empezaron a germinar en la tierra de una maceta vacía el pasado otoño, con lo que existe una generación algo más tardía que es probable que florezca a partir de 2017.

Con la inevitable subida de temperaturas a la vuelta de la esquina, es agradable que todavía haya tiempo para días de nubes y lluvia que permitan incluso ahorrar algún riego entre visitas. Debería ser lo normal, pues mayo solía ser el mes con más precipitaciones de la primavera, pero los últimos años nos muestran un patrón bien distinto, en el que ya ni siquiera la primavera se beneficia de un invierno lluvioso. Con el que hemos tenido este año, sin lluvias significativas hasta que comenzó la primavera, y con el verano presumiblemente seco que nos espera, vamos a tener más ganas que nunca de que el otoño vuelva y traiga tanta o más agua que el año pasado.

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