viernes, 20 de mayo de 2016

Abejas y avispas de relevo

Megachile sp.
El aumento de horas de luz y temperaturas siempre es sinónimo de insectos, que aprovechan el variado incremento de especies en flor de estos días. En la terraza forman parte del llamativo espectáculo de la primavera, pues no sólo se trata de la exhibición de colores que protagonizan las flores, sino de todo lo que envuelve a éstas y su poder de atracción. Los insectos más variados y numerosos que atraen las flores de la terraza son los himenópteros, seguidos de las moscas y algo más lejos por las mariposas, que uno suele asociar con mayor frecuencia a los jardines floridos y que quizá por la ubicación de la terraza, dentro de la ciudad, no les venga de paso. Especies de mariposas diurnas en Cullera no faltan, pero por un motivo u otro apenas tres o cuatro de ellas visitan la terraza con asiduidad. Algo más lejos quedan los hemípteros y los coleópteros, quizá por el mismo motivo que las mariposas: su mayor predilección por el campo y el hecho de que la ciudad no compense su búsqueda de flores nutritivas.

Rhynchium oculatum
Las abejas comunes siempre son protagonistas, y sin embargo durante estos días han ido descendiendo hasta el punto de no saber si ha ocurrido algo con ellas. Han pasado de estar de manera frecuente en la terraza a verse reducidas a un ejemplar ocasional o pasar varias visitas -que suelo realizar cada dos días, ocasionalmente dos días seguidos- sin ver alguna. Es extraño porque la mayoría de abejas, las solitarias, sí siguen un ciclo ajustado a determinadas épocas: las Anthophora plumipes hace algo más de un mes que desaparecieron por completo y la ausencia de Rhodanthidium sticticum también empieza a prolongarse. Sin ambargo, las Apis mellifera suelen estar siempre, incluso cuando aparece una cantidad de flores llamativa en fechas dispares como diciembre o enero. Puede que estén más ocupadas en el campo y no les compense volver a la terraza si ninguna de ellas ha traído el mensaje a la colmena. Sea como fuere, habrá que estar atento mientras dure la floración.

Megachile sp.
Hay más abejas de distintos tipos que suelen tener también una época determinada para venir y otras que, sin embargo, pueden tener una presencia más laxa aunque prolongada. En el primer tipo tendríamos a las diminutas Hylaeus, abejas muy pequeñas (unos 6-7 mm.) que suelen aparecer en mayo desde hace una o dos temporadas. Nunca me fijé del todo en ellas más allá del hecho de que venían ejemplares de distintos sexos, a juzgar por las cópulas que realizaban sobre las flores. Las daba por avispas al ser tan pequeñas, y no ha sido hasta este año cuando tuve la paciencia para hacer algunas fotos donde se viese algún detalle. Descubrí, gracias a la inestimable ayuda de gente que sabe de esto mucho más que yo, que se trataba de abejas de este género. Además, al hacer la foto con el mejor detalle posible me di cuenta de que no eran del todo negras como a priori parecía, sino que tienen bandas amarillas en las articulaciones y una marca rojiza en el abdomen dispuestas de distinta manera según individuos, presumiblemente de sexos distintos. Pertenecen a la familia de las Colletidae y suelen frecuentar flores acordes a su diminuto tamaño: los eneldos les sirven bien todas las temporadas y en ésta han encontrado un oasis de néctar en las umbelas de Ammi visnaga.

Hylaeus sp.
La familia Megachilidae, la de las abejas cortadoras de hojas es, al menos por el momento, la que cuenta con mayor diversidad de miembros que se dejan ver por la terraza. Suelen ser muy variables, con tamaños que van entre el de una abeja común y algo inferiores. Las especies presentan tantas variaciones que no siempre es posible afinar la identificación, aunque en la terraza las repetidas observaciones confirman que hay al menos dos tipos del género Megachile: uno de color gris y grandes ojos negros y otro de color pardo con ojos verdes, ambos con bandas negras en el abdomen. Las del tipo gris son más frecuentes y de hecho, al revisar fotos del año pasado, de verano, aparecen en algunas de ellas. Estas abejas no tienen escopas en las patas, la adaptación para recoger polen, pero son igualmente eficientes. Estas Megachile en concreto pegan minuciosamente el polen a la parte inferior de su abdomen. Otras especies de la familia más grandes cuentan con lenguas robustas y simplemente guardan néctar en su cuerpo. Así pues, las flores preferidas de estas pequeñas abejas son aquellas con una gran cantidad de polen por el que pasearse, esto es, en asteráceas tipo margarita o crisantemo, aunque realmente visitan flores de todo tipo.

Cerceris sabulosa
Las avispas, por su parte, son tanto o más variadas que las abejas, aunque suele darse el caso que muchas especies no repiten su visita a la terraza de manera frecuente, con algunas que aparecen muy esporádicamente, y muchas de ellas se han ido sin foto ni identificación a lo largo de estos años. Las Polistes dominula son ya no las avispas más habituales de la terraza sino uno de los insectos de presencia fija en ella, salvo en los meses fríos. No obstante, nunca he llegado a encontrar alguno de sus nidos de madera masticada, si bien durante los años en los que mi familia vivía allí sí los hubo en alguna ocasión. Estas avispas papeleras son omnívoras y casi siempre se las encuentra probando las diferentes flores que encuentran allí.

Megachile sp.
Otra  avispa que aparece de vez en cuando en la terraza es la avispa alemana o chaqueta amarilla (Vespula germanica). Su presencia suele ser breve y casi nunca se detienen en alguna superficie, perdiendo sólo un poco de tiempo cuando intentan pasar a través de alguna malla al meterse en los diversos rincones cubiertos con ella, y poco más. En esta ocasión conseguí sacar alguna fotografía testimonial dado que un ejemplar se introdujo en casa y estuvo un rato deteniéndose en la vigas del techo hasta encontrar la salida. Gracias a ello también pude verificar a qué especie de Vespula pertenecía. Estas avispas son sociales y construyen nidos en donde hay una reina y obreras, como sucede en otros himenópteros. Son algo más robustas y grandes que las Polistes pero no las avispas más grandes de la región. También son omnívoras e incluso carroñeras, pero no parece que las flores de la terraza les hagan volver. Es posible, quizá, que los pocos ejemplares que han acudido estos años no tuviesen el nido cerca y sólo estuviesen de paso.

Vespula germanica
Las avispas no siempre son omnívoras oportunistas. Muchas de ellas son conocidas por ser cazadoras que necesitan del cuerpo de otro invertebrado para asegurar un sustento a sus larvas durante su desarrollo. Algunas cazan arañas, otras orugas... las opciones son variadas. Algunas ponen los huevos dentro del propio animal capturado mientras que otras lo introducen, paralizado, en el nido junto a sus huevos. También hay variedad a la hora de hacer el nido: algunas excavan galerías en el suelo, otras se conforman con agujeros como harían las abejas solitarias y, las más detallistas, construyen tubos o vasijas con barro para depositar sus huevos. De manera similar a lo que ocurre con las moscas de las flores, algunas cambian radicalmente de dieta según estado: las larvas son carnívoras, mientras que los adultos son beneficiosos buscadores de polen. Este es el caso de la avispa roja (Rhynchium oculatum), una de esas especies que captura orugas de mariposa para surtir sus nidos. Éstos los construye simplemente aprovechando un agujero existente y sellando con barro los distintos compartimentos una vez la despensa para su prole está llena. Esta especie no la observaba en la terraza desde el verano pasado, cuando no pude siquiera hacerle fotos. Su curiosidad por las flores permitió que esta vez sí pudiera captar alguna imagen.

Hylaeus sp.
Otra especie de avispa cazadora que se ha presentado estos días, aunque de una familia distinta -Crabronidae, mientras que la avispa roja pertentece a Vespidae- es la pequeña Cerceris sabulosa. Por lo que puedo encontrar, se trata de avispas que cazan otros insectos (escarabajos y abejas, supongo que de pequeño tamaño) para alimentar a sus larvas, que ubican en nidos que excavan en el suelo. Desconozco si esta especie ha visitado en más ocasiones la terraza, pues a menudo he encontrado pequeñas especies de color amarillo y negro que no siempre he podido fotografiar, incluyendo algunas que portaban pequeñas orugas verdes entre sus patas, aunque no es el caso de esta Cerceris. Los adultos, nuevamente, parecen disfrutar de la variedad de néctares que ofrecen las flores de la terraza. Esta en concreto se encontraba plácidamente alimentándose del néctar de las flores de un eneldo.

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