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Xylocopa violacea |
Como era de esperar, después de que el sol comenzase a lucir sobre la terraza, la actividad de los insectos interesados en investigar las flores sería retomada desde donde se quedó. Algunos tienen claras sus preferencias y van directos al grano, mientras que otros gustan de investigar.
Al llegar a la terraza, a una hora a la que ya hace rato que el sol está en el cielo, me extrañó ver tan poca actividad, apenas unas moscas (las ya habituales
Calliphora vicina), pero fue sólo cuestión de unos instantes. Al rato ya tenía por allí a las
abejas de la miel y a las
Anthophora plumipes, nerviosas como siempre y a las cuales no puede volver a fotografiar dado que son muy caprichosas y tan pronto están deteniéndose en las borrajas como les da por no parar de dar vueltas sin detenerse. Además es que, a diferencia de sus parientes fabricantes de miel, parecen no mostrar interés por ninguna otra flor que no sea la borraja, ni siquiera por las
Cerinthe major, que vienen a ser muy parecidas a esas especies por las que sienten preferencia (borrajas y pulmonarias, mayoritariamente). Y de las
Nemophila menziesii ni hablamos, y es curioso porque atraen la atención de otros himenópteros y moscas de las flores.
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Eristalinus taeniops, hembra |
Además de las
avispas papeleras, que en ocasiones tropezaban en el aire con las abejas y moscas azules intentando acceder a las mismas flores, otros himenópteros se dejaron ver por la terraza, El zumbido grave que escuché mientras estaba revisando las plantas me alegró al adivinar lo que podía ser: el abejorro de la madera
Xylocopa violacea, la abeja más grande de cuantas llegan a la terraza. A pesar de su gran tamaño, esta abeja investiga todas las flores y se posa grácilmente sobre ellas, aunque las doble con su peso, Suele tener preferencia por introducirse en flores tubulares aunque le basta cualquier flor que llame la atención. De hecho, su primer movimiento fue introducirse en la trompeta de un narciso y buscar polen. Esta abeja suele aparecer a menudo en la terraza y como su nombre indica, perfora la madera para anidar, aunque únicamente para ello, ya que a las larvas las alimenta con polen y néctar. Reliza visitas de manera aleatoria entre primavera y otoño, y cuando ha coincidido que tengo especies de la familia de las
martiniáceas floreciendo, las cuales seguramente encuentran pronto por su peculiar olor, disfruta mucho de ellas introduciéndose en sus flores acampanadas y saliendo llena de polen. No descarto volver a sembrar algunas dado que no tengo mucho más que introducir en la terraza y la maceta donde las he cultivado otras veces sigue allí vacía.
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Halictus scabiosae |
Yendo a otro extremo, también encontré otra especie de abeja más pequeña que una abeja de la miel, aunque también de costumbres solitarias como
Anthophora y
Xylocopa: se trata de
Halictus scabiosae, una pequeña abeja con el aspecto reconocible propio de estos animales y que anida excavando en suelos duros, de manera solitaria o con una socialización reducida. Se interesó bastante por los
Cosmos bipinnatus, a los que volvió varias veces tras levantar el vuelo.
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Eupeodes sp. |
En cuanto a moscas, me reencontré con dos sírfidos conocidos y descubrí uno nuevo, que como siempre he podido identificar gracias a la ayuda de gente que conoce bien el mundo de los insectos, para el cual sigo bastante verde. Uno de ellos, varios más bien, eran las hembras de
Eupeodes negras y amarillas, de los que todavía me encuentro a la espera de localizar algún macho para poder sacar conclusiones sobre su identidad; por otra parte, encontré una hembra de
Eristalinus taeniops, mosca de abdomen rayado como una abeja y grandes ojos de colores la cual no veía desde hace años: de hecho, un macho aparecía en la foto de cabecera que tuvo el blog en sus inicios. La tercera especie fue
Syritta pipiens, un macho, cuyo tamaño es inferior a las otras dos y de su aspecto destaca su abdomen cilíndrico y alargado y los gruesos fémures de sus patas traseras.
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Syritta pipiens |
Los primeros días tras la lluvia las temperaturas se mantenían frescas, pero pronto nos hemos vuelto a situar por encima de los 20ºC, aunque ayudados por el viento de poniente. Con este incremento de temperaturas es de esperar que la variedad de insectos también aumente. Reencontrarme con especies que vi en temporadas anteriores y no pude fotografiar bien, para volverlo a intentar, sería estupendo, pero casi seguro que la llegada de especies que no había visto nunca antes se producirá de manera segura, pues el de los insectos es un mundo abrumadoramente grande. Mientras vean flores en las que investigar, su presencia está asegurada, y la ayuda que aportan para la formación de semillas en las plantas parece que también.
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