domingo, 15 de marzo de 2015

De color azul

Borago officinalis
El color azul en las flores es uno de los más llamativos, pero no tan fácil de encontrar en un grado de pureza estricto. La mayoría de veces se considera azul a toda flor con un tono que vaya desde el lavanda hasta el azul puro, con todos sus grados intermedios. En muchas ocasiones en realidad hay más de morado que de azul, pero no nos vamos a poner tan exigentes: son flores muy bonitas todas ellas.

En la terraza ha habido, y sigue habiendo, distintas especies de color azul. El año pasado y el anterior hubo Scilla siberica, una especie bulbosa que da unas flores de color celeste y que, desgraciadamente, no consigo mantener de un año para otro, así que la descarté. Era una de las más azules de las que han pasado por allí.

Linum usitatissimum
Podemos encontrar el azul más intenso en algunas especies de gencianas o en las amapolas del Himalaya, pero ambos tipos de plantas requieren un clima muy distinto al de Cullera. Con las segundas ya lo probé, metiendo las semillas durante meses en la nevera, pero creo que ni germinaron. Con las primeras ya ni me atrevo. No obstante, no hace falta irse tan lejos porque incluso en pleno campo podemos encontrar varias muestras de azul: algunas verónicas, las pimpinelas y las borrajas. La Lysimachia arvensis (antes Anagallis) tiene dos formas, la escarlata y la azul; también está su pariente Lysimachia monellii, la cual es una versión de mayor tamaño. Sembré algunas de ésta pero no he visto que aparecieran, así que habrá que repetir.

Nemophila menziesii
Con las borrajas (Borago officinalis) lo tuve fácil. Simplemente, recogí semillas en un lugar cercano a casa donde las plantas han aparecido seguramente mezcladas con la arena que utilizaron para pavimentar los caminos, ya que es una especie que, a pesar de abundar en localidades vecinas, aquí está ausente. Germinan bastante fácil y empiezan a florecer ya: además han cumplido con su misión, que era la de atraer y dar de comer a las abejas de la miel. También lo hacen sus parientes lejanas las Nemophila menziesii, pero no creo que el color -al menos de la manera en que lo percibimos nosotros- tenga que ver, sino más bien el aroma, dado que las abejas ayer visitaban unas pocas flores y no todas azules, como las margaritas.

Muscari armeniacum
¿Cuál es más azul, la borraja o la Nemophila? Bueno, casi casi que ambas son azul puro, pero si hay que destacar alguna de las dos, sería la Nemophila: la borraja parece que se convierta al azul durante el proceso de apertura, apareciendo primero morada. Cuando la flor está totalmente abierta es de un azul más intenso, pero todavía llegamos a apreciar alguna traza de morado. En la Nemophila, ninguna: se abren ya azules como el cielo. Lo mismo ocurre con un pariente suyo que este año todavía no ha florecido, la Cynoglossum amabile.

Cuando una planta es "casi azul", su efecto visti desde lejos, sobre todo si son muchas, es el mismo. Esto es lo que ocurre con los populares Muscari armeniacum, los cuales no son del todo azules: les ocurre como a las borrajas, que de morados pasan a azules, pero a un ritmo más pausado y sin alcanzar del todo un tono azul 100%. Sí es así con el Pseudomuscari azureum que, al igual que la Scilla siberica antes mencionada, las flores se abren ya con un suave color celeste. Otro caso es el del lino común, el cual visto de cerca tiene un tono más añil o lavanda que azul. A medio camino se encontraría la Ipomoea tricolor del verano-otoño pasado, la cual alcanza un bello color celeste al desplegarse del todo, siendo de un suave color malva cuando todavía no se ha abierto, del cual encontramos reminiscencias en los pliegues de su corola.

Abeja en una borraja
Aún por encima de todas las plantas mencionadas creo que podrían situarse otras dos: las dos especies de Commelina que he cultivado, Commelina benghalensis y Commelina tuberosa. De la primera obtuve unos esquejes en un intercambio y es una planta que se reproduce tan fácil que no suele tener mucho interés entre los jardineros. Es reptante y las flores son pequeñas y poco duraderas, pero de un azul vivísimo que no muestra ni un ápice de morado ni siquiera cuando están a punto de abrirse. La Commelina tuberosa, por su parte, es una planta muy parecida aunque con un porte distinto que la hace un poco más vistosa estéticamente. Crece hacia arriba (aunque no del todo recta) y las flores son más grandes. En ambas especies las flores duran abiertas unas horas, pero producen varias seguidas durante un tiempo. De la primera he obtenido más ejemplares sin buscarlo, ya que resultó ser capaz de producir semillas; a la segunda debo pillarle el truco, y es que seguí regando mucho tiempo después de secarse y los tubérculos se malograron. Rescaté unos pocos y los puse en tierra seca, pero volvieron a mojarse con la lluvia y acabaron podridos, un desastre. Este año la he vuelto a adquirir y los tubérculos venían algo blandos y con moho, veremos.

Lino común, de cerca y con flash
Otro caso a comentar sería el de las lobelias. He tenido dos: Lobelia siphilitica, la cual tuve en 2013, salió mal parada en 2014 y este año no he conseguido volver a tener, y Lobelia erinus 'Crystal Palace'. Ambas plantas se ven azules, sobre todo la primera, pero no hay manera de captarlas como tal. Probé mil peripecias el año pasado con la única Lobelia erinus que tuve, incluso calibrando el balance de blancos in situ con la misma luz y localización que la planta, pero las flores que yo a simple vista veo de un azul amoratado salen totalmente púrpura en las fotos. Esa es otra cuestión, el hecho de cómo pueda captar el color una cámara. No es extraño encontrar en Internet fotos de especies de tonos más cercanos al lavanda o añil mostrando un azul puro, debido seguramente a un filtro de luz fría demasiado exagerado. Dentro de esta misma categoría también podría incluir al amoratado de las flores de la Salvia farinacea, más azules en vivo que en las fotos.

Borraja con sus matices y detalles
No nos podemos olvidar, por supuesto, de las compuestas: entre las asteroideas, esto es, margaritas y crisantemos, apenas encontramos azules, siendo la Felicia amelloides la primera de la que nos acordaremos, así como algunos Aster euroasiáticos. Entre las carduoideas ya resulta más fácil y tenemos la especie azul por excelencia, el aciano Centaurea cyanus. Aparte podemos encontrarlo en la Centaurea depressa y, según ejemplares, la Centaurea montana. En el campo tenemos las achicorias, que son lo opuesto a las borrajas: son más azules al abrirse, pero viran hacia el morado a medida que pasa el día.

La búsqueda del color azul es, como se ve, poco complicada si se busca bien. A veces resulta más complicado encontrar colores más sencillos en especies con un porte concreto: por ejemplo, el color rojo puro tampoco es muy frecuente entre plantas de pequeño tamaño, y todavía menos el naranja. En cambio, es el color típico de las clásicas y populares amapolas y caléndulas. El azul o similar, a poco que se mire, lo podemos encontrar en multitud de formas y tamaños. Y no, las rosas azules no existen.

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