viernes, 13 de marzo de 2015

Lupinos a prueba: Lupinus succulentus, el redentor

Lupinus succulentus
Una de las odiseas más veteranas de la terraza es la introducción de alguna especie de Lupinus que consiga adaptarse y crecer bien. No es que sean unas plantas cuyo valor supera al resto, pero sí unas que siempre han captado mi atención a la hora de cultivarlas por el reto que suponen sin ser nada del otro mundo. Es más, hablar de ellas en el blog se ha convertido en una pequeña tradición donde he contado fracasos y aciertos. Y esta vez, por fin, toca hablar de un gran acierto.

En 2014 sembré cuatro clases de lupinos: los 'Rusell Hybrid' que ya casi que no quiero verlos ni en pintura, pues esta vez no consiguieron ni desarrollarse y descarto comprarlos de raíz para ver cómo mueren en verano; algunos Lupinus angustifolius, los cuales en el contenedor acabaron muriendo a pesar del sustrato orgánico (está claro que además lo quieren ácido) y sólo me queda uno plantado en turba rubia con pinta de que volverá a salir cleistógamo; Lupinus hartwegii, el heredero directo del 'Russell' puesto que está yendo por los mismos derroteros: germinan, crecen y mueren tras agonizar a partir del crecimiento del segundo o tercer par de hojas, empezando primero a ponerse amarillos y luego a arrugarse y oscurecerse. Sigo de pruebas con ellos también en turba rubia, sólo por ver si prosperan y el problema era que también son acidófilos. Finalmente, la cuarta especie es la que protagoniza esta entrada.

Aspecto general en la maceta
Lupinus suculentus es una especie americana, distribuida a lo largo del sur de California, zonas cercanas de Arizona y el estado mexicano adyacente, la Baja California. Su principal baza y el que quizá ha sido el secreto de su éxito en casa es que se trata de una especie propia de suelos alterados de composición pesada, arcillosa, poco exigente con el agua y amante del sol. Yo los tengo plantados en el mismo sustrato que tenía el contenedor de las flores el año pasado y otros restos que incluían bastante arena, y parecen estar felices allí. Comparten maceta con algunas de las Oenothera speciosa que rescaté y, si viven mucho tiempo, acabarán combinando. Los cuidados para ambos son los mismos y la Oenothera el año pasado fue una de las plantas que mejor se dieron durante el caluroso verano, floreciendo incluso.

Flores y legumbres
El nombre vernáculo más popular para la planta es Arroyo Lupine, que en spanglish queda bien, pero aquí eso de "lupino de Arroyo" prestaría a confusión, pues suena a que es un lupino propio de los cursos de agua y es justo lo contrario. Lo de Arroyo imagino que viene por alguna localización de la California estadounidense que, como ocurre a lo largo de su geografía, conserva un nombre español. Sería más apropiado llamarle lupino suculento, una traducción directa de su nombre científico. Es, efectivamente, una planta herbácea carnosa, como algunas de nuestras euforbias y verdolagas , y seguro que puede aguantar sin riego bastante tiempo, aunque no estoy dispuesto a probarlo. Es anual, con lo cual no sé hasta cuándo durará pues los tengo desde octubre, aunque es ahora cuando están a pleno desarrollo.

Mi sorpresa fue ver que las flores ya se estaban formando en febrero. Primero floreció un ejemplar y luego otro, de los tres que hay plantados. El primero de momento sólo ha sacado una espiga de flores que incluso están ya formando legumbres. Otro dato a analizar, puesto que la misma espiga tiene legumbres abajo pero las flores del centro se han caído directamente tras marchitarse: el detalle interesante es que un día una avispa papelera se pasó horas investigando estas flores y quizá sea la responsable del buen resultado. El segundo ejemplar, el más grande, tiene ahora una espiga a pleno desarrollo y viene produciendo otras dos. Desde luego no son tan grandes como las de los híbridos pero sí muy cargadas y con el encanto de una planta silvestre. Las flores son de color violeta, con una banda púrpura en el centro del estandarte con motas oscuras del mismo color; la banda se vuelve blanca a medida que la flor madura.

Esta especie me ha devuelto la fe en los lupinos y reenfocado mi mirada a esas especies que crecen en los terrenos más duros, las que serán sin duda más adecuadas para las macetas de la terraza. Por ahora no queda más que disfrutar de su belleza e ir estudiando si al año que viene convendría colocar alguno en la parte alta del contenedor, aunque tengo reservas dado que seguro que allí la planta crece mucho más.

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