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Margaritas de Livingstone sobre Crocus |
A mediados del año pasado decidí que aquello de ocupar casi tres metros de terraza con un contenedor para bulbos (de todas las estaciones) no parecía tan buena idea después de todo. Desmontándolo me quedaba con el espacio libre y los alrededor de 1.200 litros de sustrato que contenía, de los cuales 1/4 o un poco más se destinarían al contenedor de las herbáceas, debido a que su mejor calidad (turba, fibra de coco, perlita, humus...) sería un buen punto de partida para asegurar el éxito, y así ha sido. Con la tierra que saqué del contenedor de herbáceas y un poco de aquí y allá rellené cajas de porexpán y macetas con los bulbos. Claro, que con la tierra venían más cosas.
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Crocus vernus morado |
En un sustrato que ha contenido tantas anuales es normal que queden algunas semillas, que se ponen en marcha tan pronto como la tierra se remueve, les da la luz y reciben agua regularmente; a ellas hay que sumar también montones de adventicias que llegan regularmente a la terraza con los vientos y animales. Así,
espuelas de caballero, amapolas sin identificar, ortigas,
margaritas de Livingstone y un popurrí de especies bastante amplio han aparecido por doquier, viniendo bien en algunos casos ya que las he repicado en otros lugares. Durante el otoño, la ausencia de crecimiento de los bulbos y la pequeña talla de estas polizontes hace pensar que cuando crezcan, estarán en armonía unas con otras. Pero no es así.
El caso más claro es el que nos ocupa. En una caja de porexpán puse todos los crocus que cupieron más cinco
Pseudomuscari azureum. Durante el otoño allí comenzó a crecer de todo y no quité casi nada, bien porque son especies que no acabo de reconocer y quiero saber qué saldrá, bien porque son especies que pensaba que no molestarían. Al final casi todas estas plantas han crecido tanto que han puesto en apuros a los crocus, que son de crecimiento vertical y muy bajo. Pero una destaca por encima de las demás: la margarita de Livingstone
Dorotheanthus bellidiformis.
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Los Crocus vernus blancos en apuros |
Esta especie es una aizoácea anual, similar a sus parientes crasas y perennes aunque menos resistente a una sequía acusada. Su crecimiento es tan opuesto a los crocus que ha acabado por aprisionarlos y a éstos cuesta encontrarlos entre la maraña de hojas pegajosas de las
Dorotheanthus. La maceta ahora se ve muy llamativa, como si hubiera sido preparada pensando en que aquéllas serían la especie estrella. A diferencia de otros bulbos de crecimiento principalmente vertical, los crocus no desarrollan largos pedúnculos, sino que las flores pueden estar abriéndose a tan sólo un centímetro del suelo. Esto es, que si hay obstáculos de por medio, se abrirán mal.
El resultado se aprecia en la foto que engloba todo el conjunto. Los primeros crocus, los
tommasinianus, se beneficiaron de estar en una esquina vacía y pudieron prosperar. Los
Crocus vernus de flores grandes, como los blancos de la foto, a duras penas han podido abrirse. Para otras temporadas habrá que ponerse manos a la obra cuando esto ocurra y repicar las plántulas de
Dorotheanthus a otros lugares si quiero conservarlas: pero está claro, las macetas dedicadas a los crocus, cuanto más despejadas mejor.
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