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Clarkia bottae |
Las onagráceas son una familia de plantas repartidas por casi todo el mundo, y como tal cuentan con multitud de especies cultivadas con fines ornamentales, como las conocidas fucsias. las onagras y las
Gaura. En mi región la única especie autóctona existente es la adelfilla pelosa,
Epilobium hirsutum, una planta frecuente en humedales poco alterados. El resto son todas especies invasoras procedentes de las Américas: la
Oenothera biennis, grande y de flores amarillas, que aparece en arenales y saladares costeros;
Oenothera rosea, más pequeña y muy frecuente en los márgenes y baldíos de las zonas húmedas, especialmente arrozales, cargada de flores rosa; por último tenemos a la
Ludwigia grandiflora, especie sudamericana acuática que crece estacionalmente en arrozales inundados y en remansos del río Júcar con poca corriente, como en el entorno de los azudes. Tiene grandes hojas alargadas y flores amarillas muy llamativas.
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Clarkia unguiculata |
En casa tengo, de momento, tres especies distintas, aunque he tenido una cuarta y sospecho que alguna ha salido también este año. Del género
Oenothera tengo la
Oenothera speciosa, la única vivaz y muy rápida expandiéndose por medio de unas finas raíces que parecen, en principio, fáciles de controlar. La obtuve de semillas en otoño de 2013 después de fracasar con ella -incomprensiblemente- durante varios intentos el año anterior, y no ha hecho falta volver a sembrar más. Estuvo ubicada en el contenedor como una herbácea más pero su crecimiento subterráneo es más efectivo que el vegetativo. Conservé unas cuantas raíces que puse bien en contenedores vacíos o bien compartiendo maceta con otras plantas de cuidados similares, como los
Lupinus succulentus -que ya se secaron hace semanas-, pero era inevitable que al reutilizar la tierra del contenedor apareciesen más plantas a partir de pequeñas porciones de raíz perdidas. Lo cierto es que en el contenedor que antaño llenaban las
milenramas -las cuales han vuelto a rebrotar- las
Oenothera speciosa han encontrado su mejor ubicación y forman una masa preciosa de grandes flores rosadas y blancas.
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Oenothera speciosa |
Por otra parte, tenemos el género
Clarkia, también llamado todavía
Godetia por muchos productores de semillas. En él encontramos las especies anuales, plantas resistentes de bella floración bastante persistente, aunque todo dependerá de casos. El año pasado tuve un grupo de tres
Clarkia amoena de grandes flores en combinación de tonos rosados, pero en esta ocasión, en la que puse algún ejemplar ya germinado además de sembrar semillas directamente en el contenedor, no he visto ninguna. Sí parece que la planta que me queda por florecer en una maceta con otra especie del género, procedente de una mezcla de semillas, será una
amoena. La que se ha convertido en la protagonista en esa maceta "experimental" resultó ser una
Clarkia unguiculata, especie de porte diferenciado con flores en forma de "X", con pétalos espatulados muy estrechos en su recorrido, con dos lóbulos laterales y el extremo redondeado. El ejemplar florece en espiga sacando flores sobre las axilas de las hojas de su tercio superior, pero mi ejemplar parece algo precipitado en su desarrollo, pues las hojas tienen un aspecto deteriorado, muy rojas por la insolación, y las flores han ido marchitándose deprisa dando lugar a cápsulas de semillas alargadas y curvas. Mi intención es sembrar esas semillas al próximo otoño en el contenedor y ver si así las plantas se desarrollan mejor y tienen mayor duración.
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Clarkia bottae |
La que culmina ahora su desarrollo desde el pasado otoño es otra especie anual,
Clarkia bottae. Esta especie californiana parece una versión silvestre y grácil de las
Clarkia amoena de múltiples colores. Sembré un montón de ellas en la esquina inferior derecha del contenedor, donde puse las anuales menos necesitadas de agua, y fue una de las especies que mejor prosperaron, hasta el punto de poner en apuros a las
Brachyscome iberidifolia y a las
Isotoma axillaris, que todavía no veo y no creo ya ni que estén. Su característico aspecto las hace reconocibles desde que surgen los cotiledones (idénticos en todas las
Clarkia) y para este mes habían alcanzado una altura de unos 40 cm. Hace pocos días comenzaron a abrir sus flores en forma de copa de color rosa con el centro blanco y pétalos de margen ondulado, similares a una amapola. Llegan un poco tarde, pero todavía combinan con el vivo color naranja de las
amapolas de California que tienen creciendo por encima.
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Oenothera speciosa |
Tenemos por tanto un grupo de plantas muy decorativas, prolíficas en su floración y fáciles de establecer aunque su ciclo vital sea distinto: a la
Oenothera hay que recluirla en macetas para evitar su propagación, y andar con cuidado cuando se reutiliza el sustrato, dejándolo secar concienzudamente para evitar que cualquier trozo de raíz regenere una planta nueva; las semillas no parecen ser problema puesto que las plantas producen pocas o ninguna. A las
Clarkia, en cambio, basta con sembrarlas todos los años y cuidarlas lo mínimo necesario para que alcancen un tamaño aceptable y nos obsequien con montones de flores rosadas.
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