domingo, 5 de abril de 2015

Una semana contada por los insectos

Tropinota squalida
Los cambios ambientales de estos días también se han visto reflejados en la variedad de insectos que han ido llegando a la terraza. Algunos sólo de paso, otros atraídos por los montones de colores y sabores que ofrecen las flores que la pueblan. Hay sitio para todos.

El domingo pasado me sorprendió nada más asomarme afuera un picudo rojo de las palmeras (Rhynchophorus ferrugineus) paseándose por una de las macetas de bulbos llenas de hierba. Este gorgojo es conocido de sobra por los tremendos daños que ha causado en nuestra región destruyendo montones de palmeras del género Phoenix. En Cullera, la mayoría de palmeras que prosperaban por su cuenta en huertas abandonadas han sucumbido bajo la invasión de este animal de origen asiático, el cual deposita sus huevos para que las gruesas larvas devoren el núcleo de la palmera. Sin embargo, no están exentos de enemigos: en la foto se aprecia que unas pequeñas criaturas rojas con patitas lo cubren. Se trata de ácaros, seguramente Centrouropoda almerodai, los cuales parasitan pero no matan al escarabajo, dado que lo necesitan para succionar su sustento.

Macroglossum stellatarum
Las abejas de la miel no dejan de visitar la terraza, especialmente atraídas por la masa azul de flores de Nemophila menziesii. Sin embargo, sí he notado una disminución en la presencia de las abejas Anthophora plumipes, aunque de vez en cuando alguna se deja ver dando sus típicas pasadas sin detenerse. Parece que los días de tanto calor de principios de semana disuadieron un poco a casi todas las especies, pero poco a poco han vuelto a aparecer y diversificarse, Ya he visto alguna que otra avispa diminuta de esas tan pequeñas que cuesta hacerles una foto bien; recuerdo que llega una época en primavera en la que aparecen muchas de ellas, no sé si de una o varias especies, así que se intentará conocer su identidad en la medida de lo posible.

Rhynchophorus ferrugineus con ácaros
Las moscas tampoco faltan. Como siempre, es raro encontrar un instante en que no haya una Calliphora vicina pululando por allí. Estos días también se ha acercado una pariente suya, una moscarda de la carne (Sarcophaga sp.) cuya especie es difícil de concretar. Es además una de las moscas más grandes que se suelen ver por la zona, con permiso de los tábanos que encontramos cerca del ganado. No sé si habrá algún matiz similar entre las margaritas y margaritones y la carne en descomposición, pero la mayoría de veces estas moscas se posan en los discos florales de dichas especies. Las moscas de las flores, por su parte, siguen con poca variedad de especies -Eupeodes y Eristalinus taeniops- y siempre que las veo se trata de hembras.

Eristalinus taeniops 
A finales de semana se han ido acercando viejos conocidos. El viernes, mientras miraba de cerca las flores del contenedor, llegó volando un escarabajo Tropinota squalida -el que aparece en la cabecera del blog- que fue a parar directamente a las flores de la Schizanthus x wisetonensis. No parece que le llamaran demasiado la atención, pues se puso a caminar por ellas hasta que encontró al lado una de las cabezuelas de la Layia platyglossa, en la cual enterró su cabeza y permaneció allí más rato del que yo estuve en la terraza. Esta semana ya había visto uno de ellos en un crisantemo tricolor, aunque al tocarlo para ver si se movía y podía sacarle una foto, acabó huyendo. Parecen sentir predilección por estas margaritas grandes, a lo visto. Al que nunca he observado en la terraza es a la especie similar Oxythyrea funesta, y menos mal, porque en los Asphodelus del monte de Cullera suelen abundar y no sólo consumen el polen, sino que se comen los estambres enteros. Aún así, el Tropinota también podría ser el autor de los pétalos mordidos que de vez en cuando encuentro, y cuidado con sus larvas, pues parece ser que comen materia orgánica del suelo incluyendo raíces.

Tropinota squalida
Ayer sábado me reencontré con otra especie conocida, esta vez totalmente benigna. Se trata de la esfinge colibrí (Macroglossum stellatarum), una de las pocas mariposas frecuentes en la terraza y la que sin duda más fácil me lo ha puesto siempre para fotografiarla, aún cuando recuerdo haberlo intentado en plena naturaleza y aquello era imposible. En casa, una vez encuentra una flor de su agrado, queda como hechizada por ella y sólo es cuestión de paciencia capturar unas cuantas tomas para elegir la mejor, que es lo que hice. En este caso, cuando descubrió el montón de cabezuelas de Layia platyglossa, al igual que el Tropinota squalida el día antes, se entretuvo un rato largo visitando todas las que pudo. Esta mariposa no se detiene para nada, y ni siquiera necesita estar muy cerca de las flores, pues posee una espiritrompa casi tan larga como ella misma, que dispara en busca de néctar mientras aletea tan rápido que todavía no he encontrado un día con suficiente luz como para intentar usar la velocidad de obturación más rápida posible a fin de "congelar" este movimiento. Una vez estuvo servida, se fue, pero seguro que irán volviendo en días sucesivos.

Sarcophaga sp.
Buenos o no tanto, populares o impopulares, los insectos se ven agradecidos cuando encuentran una isla de flores u otros recursos -he vuelto a disponer un cesto para compostar materia seca y restos de vegetales de cocina- en plena aglomeración de edificios, con cada vez menos afición por colocar flores en los balcones y terrazas. Los jardines tampoco ayudan demasiado, siendo muy monotemáticos -en Cullera parece que sólo conozcan el Pelargonium- con lo que la mayoría de especies prefieren quedarse en el campo, y de ahí quizá que sean tan escasas de ver las mariposas en la terraza, por ejemplo. Lo importante es saber combinar su presencia con su utilidad, bien sea polinizando flores o descomponiendo materia orgánica que posteriormente será usada como abono. Y de paso, si dejan bonitas imágenes que capturar, todavía mejor.

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